El Empíreo: La igualdad: una realidad inalcanzable

La igualdad: una realidad inalcanzable

Defender la idea de igualdad se considera no solo políticamente correcto, también es un tema de moralidad y humanidad. Sin embargo, esto plantea otra realidad. Aquellos que exigen igualdad reconocen que ésta solo se puede buscar si el Estado se toma la tarea de distribuir o redistribuir la riqueza disponible. Este objetivo parte de que “la riqueza no crece y que es resultado de un juego en el que lo que ganan unos, lo pierden los demás”

Al defender esto, estamos dando paso a una grave equivocación y a varios problemas. Los “ricos” que tanto se critican lo son, en su mayoría, porque realizan actividades que el mercado valora. En cambio, los demás, con ayuda de su creatividad e ingenio, intentan realizar aquellas que tengan igual o mayor valoración. Si quien trabaja en estas actividades deja de divisar sus beneficios, ¿por qué persistirán en ellas? ¿Para qué ser creativo en el mercado? Muchos de los que se preocupan tanto por la desigualdad seguramente responderán que deberán ser obligados.

Otros pensarán que la igualdad se puede mantener porque los individuos deben tener o consumir solo lo que necesitan. Esto implicaría que los individuos no pueden poseer lo que quieren, pero, ¿quién o qué determina las necesidades? ¿Acaso todos tenemos las mismas? La respuesta a la primera pregunta será, una vez más, el Estado. Pero la respuesta a la segunda es un rotundo no, ante lo cual se justificará que las necesidades sean definidas por la autoridad central.

Nada resuelve las diferencias en la crianza, en las familias y en las oportunidades que de éstas resultan. Hacerlo implicaría una mayor intervención del Estado en la vida íntima de las personas y hasta en la forma de ser padres, algo con lo que muchos entusiastas de la igualdad estarían de acuerdo, pero personas como yo, no aceptarían. Querer un ideal de igualdad material requiere de una intervención tan grande del Estado que las únicas perdedoras serán la libertad y la justicia. Y contrario a lo que dicen: la desigualdad material no desaparecerá.

La desigualdad existe porque somos diferentes y eso no se puede cambiar. El hecho de que esto moleste tanto a algunos es resultado de que existan ciertas ideas de las que las personas deciden ignorar su debilidad. Pensar que existe algo como una distribución justa de los recursos, es un pensamiento que definitivamente hay que cambiar.


Por: Ana Karina García

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