El Empíreo: Imagina si...

Imagina si...

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Por Anakarina Fajardo.

Respira profundo e imagina cómo cada una de mis palabras se vuelve realidad frente a tus ojos. ¿Confías en mí? Pues, ¡prepárate! Estás a punto de iniciar una excursión que jamás olvidarás…
En estos momentos caminas por una ciudad que no se ubica en ningún continente, pues se trata de un lugar absolutamente perfecto gracias a los dirigentes que, al eliminar todo contacto con las demás sociedades del mundo, libran a esta población del sufrimiento humano. Poco a poco, empiezas a observar con asombro lo que te rodea y a simple vista la catalogas como una metrópoli cualquiera, excepto por el hecho de que las construcciones son exactamente iguales, las avenidas poseen una forma idéntica y todos los carteles, sin distinción de importancia, son del mismo tamaño.
Al tiempo que paseas bajo los árboles, gemelos en su totalidad, te topas con uno que otro habitante y notas que ninguno de ellos peca por grosero sino que desborda tanta amabilidad y vigor que no distingues en sus ojos señales de avaricia ni narcisismo; de hecho, todos se visten de manera similar: portan ropas grises con el único fin de cubrirse y sin intención alguna de sobresalir entre los demás. Las interacciones de estos pacíficos individuos son de total complementariedad y están perfectamente arbitradas por un par de leyes que dictaminan cómo se debe recompensar a los virtuosos, mientras la paz reina en el ambiente sin necesidad de normas que expongan cómo reprimir al rebelde, ya que, como no existen opiniones contrarias entre los individuos ni hay cabida para el desacuerdo, nadie desea con rencor las posesiones del otro ni existen disputas que alteren la tranquilidad y ofendan al Estado. Una cualidad realmente digna de destacar es que la nula delincuencia se debe a que se le presta extrema atención a la educación en todos sus niveles, especialmente en el inicial, puesto que esta sociedad considera inútil dejar que un niño se corrompa para luego castigarle cuando crezca por delitos que ya desde la infancia se presentían, es decir se niega a "engendrar ladrones para luego sancionarles".
Acá no existe la propiedad privada: está prohibido que algunos grupos acumulen más riquezas que otros porque, de ser así, se verían en la vil tentación de reclamar más derechos con rebeldía y atentar contra el orden general de las cosas, por lo que la fortuna está repartida entre todos por igual y bajo la confiada aprobación de los habitantes, pues buscan que la perfección del desarrollo urbano se mantenga. Cuando continúas con tu recorrido puedes ver un claro ejemplo de esta predominancia del bien público sobre el privado, al observar que las puertas de todas las casas permanecen siempre abiertas para cualquier visitante que desee entrar, servirse un café y tomar una siesta, ya que nadie es el dueño legal de nada.
No, en esta ciudad no hay espacio para pensamientos ilícitos o perturbadores; únicamente se vislumbra con seguridad el futuro estable y trascendente de las familias. Consideras que esta gente es feliz: las autoridades le proporcionan alimentos, medicamentos, vestimentas, medios de transporte y demás; por ello, no se ve en la pesada necesidad de emplear su creatividad e ingenio para obtener insumos de subsistencia, ya que lo que el pueblo va a recibir del Estado siempre será mejor que lo que podría cosechar por cuenta propia. 
Respira profundo e imagina cómo sería tu vida si cada una de mis palabras se volviera realidad frente a tus ojos, tu inteligencia se viera atrofiada y el sufrimiento sí pudiera desterrarse de la existencia humana. Esta sensación se asemeja al caso de la muchacha que, ciegamente enamorada del joven que considera magnífico, descubre que se trata de un asesino cuando le siente apuñalar su espalda. En un principio, la idea de una sociedad justa, igualitaria y sin dolor parece tan celestial como el sentimiento de esta chica ingenua que no sabe que la perfección no existe y mucho menos detrás de algo que aparenta ser paradisíaco. Como esta joven, la humanidad ignora que, sin importar lo que se prometa, la vida no está exenta de dolor; todo es un engaño del asesino, todo es una farsa del sistema y, mientras más escaso sea nuestro criticismo y más alta sea la nube en la que nos envuelvan con discursos demagógicos, peor será el choque con la verdad. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
En estos momentos regresas de esa ciudad que no se ubica en ningún continente, del lugar "absolutamente perfecto" gracias a los dirigentes que, al eliminar todo contacto con las demás sociedades del mundo, logran esconder que algo no está bien. ¡Bienvenido de vuelta! Ahora tú debes decidir si quedarte con nosotros en este sitio imperfecto o si regresar a aquel contexto "perfecto", atrofiar tus sentidos y ocupar la casa de algún extraño.

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