El Empíreo: El génesis del tirano latinoamericano

El génesis del tirano latinoamericano


Por: Luis Farage Salima

El tema de las tiranías es un tema muy apegado a la realidad hispanoamericana, al punto que ya prácticamente forma parte de nuestra cotidianidad y lo vemos con normalidad; en especial en el caso particular de los venezolanos. A lo largo de la historia de nuestro continente, incluyendo Venezuela, hemos tenido tantos tiranos y gobiernos despóticos que ya se ha vuelto un estereotipo de nuestro continente y hasta parece que tuviéramos un gusto adquirido por este fenómeno.

Para entender porque este fenómeno ha tenido tanta presencia en nuestro continente, primero, tenemos que entender el contexto socio-histórico del cual formamos parte y que ha permitido que este tipo de gobiernos ocurran. Para esto usaremos como referencia las teorías expuestas por Max Webber en su obra “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, “Patria Arriba” de Mario Briceño Iragorry, para aspectos generales de Hispanoamérica, y, para el caso venezolano en específico, el libro “El autoestima del Venezolano” de Manuel Barroso. Todo esto enmarcado en la obra “Política” del sofista griego Aristóteles.

Para entender el fenómeno latinoamericano, y el por qué somos así y el por qué de nuestra idiosincrasia, nos remontaremos a la colonia y a nuestros colonos, y de cierto modo a nuestros padres culturales. Dichos colonos es bien sabido que eran los españoles, con excepción del caso brasilero, por lo cual haremos énfasis en el caso hispano ya que nos es el más cercano. Estos españoles eran, como nos dice Mario Briceño Iragorry en su libro Patria Arriba, personas sumamente arraigadas a su religión, que se sentían estandarte de ella debido a la inquisición y reformas protestantes, también porque venían de ocho siglos de guerra contra los moros, por lo que también adquirieron una tradición guerrera lo que además hizo que se sintieran predestinados por vencer a los moros islámicos reforzando su espíritu cristiano, también tenían una preferencia por las pasiones fuertes, ya que el renacimiento español no fue el mismo renacimiento cultural característico que nos es popularmente conocido sino algo más visceral, eran gente de estratos sociales bajos; por lo cual en conjunto con los argumentos previos le daban un carácter, sobre todo en su mentalidad, de misticismo mágico. Además ya en la época de la colonia los españoles que vivían y gobernaban en el nuevo mundo buscaban hacer un tipo de limpieza de sangre al generar árboles genealógicos que le dieran renombre a su apellido, cosa que luego en las emancipaciones se vería como traición a la patria y se desconocerían; todo esto nos causó la crisis de identidad nacional que en muchos países de Latinoamérica vemos, en especial en el caso venezolano. 

Max Webber, en su obra ya mencionada, expone que muchos de los problemas, males y características, como el apego ciego y ferviente a la religión, el misticismo religioso, el gusto por pasiones fuertes y quizás un desprecio subconsciente por la cultura; provienen y tienen su raíz en la religión cristiana, de la cual eran creyentes los españoles. Entre esos males Webber agrega el desplazo de la razón por la emoción y lo mágico religioso. También, Webber, agrega que los cristianos al despreciar el trabajo y los bienes materiales y económicos, por verlos pecaminosamente como usura y materialismo, son propensos a la flojera y al desorden. Estos aspectos, si bien son la visión del autor, una vez que nos detenemos a verlos y reflexionar podemos apreciar, que además de que nos han sido heredados por nuestros antecesores, son vigentes y son aspectos que vemos presentes y que padecen hoy en día en nuestras sociedades hispanoamericanas.

Ya desglosado y contextualizado el tema hispanoamericano, nos podemos referir más específicamente al tema venezolano. Para esto “mestizaremos” lo previamente expuesto y agregaremos lo que expone el trabajo de Manuel Barroso, ya mencionado. Entre los argumentos principales que presenta Barroso en su obra, además de la falta de autoestima nacional que tienen los venezolanos, es el hecho de que la sociedad venezolana es una sociedad matriarcal, hecho que también esta presente en gran parte de Latinoamérica. Esto se debe a que dentro de la idiosincrasia de nuestros pueblos hay un pensamiento machista, que ha plantado la idea en muchos hombres que creen que su virilidad se basa en el número de mujeres con las que han estado. A la larga, esto genera mujeres en estado, las cuales usualmente deciden mantener al bebé, que en la mayoría de las ocasiones, según Manuel Barroso, son abandonadas por los hombres que han engendrado a la criatura; esto causa que la madre se ocupe sola de sus hijos, con gran esfuerzo en la mayoría de los casos, por lo cual denominamos que la sociedad es matriarcal. También por el hecho de que en Latinoamérica usualmente los núcleos familiares suelen inclinarse más por el lado familiar de la madre.

Una vez expuesto esto podemos entrar a entender las tiranías en nuestro continente. Ya que si mezclamos los argumentos desarrollados anteriormente que nos explican como son y funcionan las sociedades latinoamericanas, además de qué las afectan, sobre todo a los sectores populares de la sociedad, que en Hispanoamérica suelen ser numerosos y forman gran parte de la población, podemos, al ponernos en los zapatos del común de la población, entender por qué las tiranías han calado tanto en nuestras sociedades. 

Pues bien, si vemos que para el común de las personas que pertenecen al sector popular, numeroso en las sociedades Latinoamericanas, carecen de una figura paterna y además que tienen una mentalidad mágico-religiosa, agregándole a esto un desconocimiento cultural sobre todo de la historia, de identidad nacional y la preferencia por las pasiones fuertes y belicistas, podemos ver que todos estos factores juegan a favor o son satisfechos por la figura del tirano, que en nuestra cultura se ha venido a llamar caudillo. La figura del caudillo o tirano viene a representar, para el común de esta gente, un mesías o el padre que nunca tuvieron, cumpliendo el requisito místico religioso o de carácter paternal, que supuestamente viene a resolver todos los problemas que afectan o que nunca les han resuelto a estas personas. Es así como las demagogias o populismos han llegado a tener tanta fuerza en nuestro continente, y, como el tirano o caudillo suele ser una persona de carácter fuerte, que representa el orden y la disciplina inexistente hasta entonces, y que usualmente viene o hizo carrera en el fuero militar, apegándose así al espíritu de pasiones fuertes y tradición guerrera, y que según la historia de nuestro continente, suele ascender al poder por vía de la violencia o la fuerza de las armas, siendo esta la característica fundamental del tirano que se conjuga con la práctica de la demagogia y del populismo. 

Podemos apreciar que esta figura ha tenido éxito en Hispanoamérica cuando vemos que la mayoría de los países del continente han tenido dictadores que cumplen con los aspectos previamente mencionados. Entre los tiranos de nuestra historia, como continente, están Gustavo Rojas Pinilla en Colombia, Anastasio Somoza en Nicaragua, Manuel Noriega en Panamá, Rafael Leónidas y Héctor Trujillo en Santo Domingo, Juan Domingo Perón y Jorge Rafael Videla, siendo los más destacados, y todos los presidentes de ese periodo de gobiernos breves entre golpes de estado, que concluirían con otro tirano, que fue Leopoldo Galtieri, en Argentina, Juan María Bordaberry en Uruguay, Hugo Banzer, que ascendió de una situación parecida a la de Argentina, en Bolivia, Alfredo Strossner en Paraguay, Manuel Odría en Perú, Augusto Pinochet en Chile, los presidentes durante la Revolución Mexicana, siendo el más destacado Victoriano Huerta en México, y en el caso de Venezuela Castro, Gómez y Pérez – Jiménez y todas las presidencias del siglo XIX. Todas estas presidencias han asumido o se han mantenido en el poder por medio de la violencia, característica fundamental de las tiranías para Aristóteles, también vemos que durante los tiempos de estas tiranías se han realizado actos atroces de tortura y desaparición, como en los gobiernos de Gómez, Videla y Pérez-Jiménez por exponer algunos casos, lo cual a veces se hacía por medio de denuncia entre los mismos ciudadanos, ya que, existía también una censura ideológica, por lo cual también se prohibieron muchos textos y exilaron a muchas personas. Estos hechos de tortura, denuncia conciudadana y de censura de ideas son dos de las características fundamentales que Aristóteles establece como prácticas de los tiranos para mantenerse en el poder, la debilitación y la desconfianza entre los ciudadanos; ya que se debilita la confianza y se separa a los ciudadanos por medio de la denuncia entre sí, se degrada al ciudadano por medio de la tortura, tanto intelectualmente como físicamente, se ve perseguido por pensar diferente y se le niega el acceso a nuevas ideas por medio de la censura, oprimiéndolo así mentalmente. También por estos hechos se cumple la ultima practica, que según Aristóteles, perpetúa a las tiranías en el poder, que es la degradación moral del ciudadano. Esta degradación moral se da porque entre la tortura, censura, denuncia y traición hay tanto un actor pasivo como uno activo; quien cumple el rol activo es el que se degrada mucho más moralmente, más allá del mal que nazca de la victima, porque se acostumbra a hacer el mal y a la violencia, al punto que se le vuelve placentero y común. En tiempos de tiranía los roles se van intercambiando entre los partidarios y los opositores al tirano, degradando así a la sociedad al punto que cuando acaban estos periodos en la sociedad quedan aún vestigios de resentimiento y degradación por largos periodos de tiempo.

De esto surge la pregunta si en nuestro continente alguna vez desaparecerán las tiranías y considerando lo expuesto lamentablemente la respuesta parece ser que no. Primero porque más allá de que ocurran estas figuras y lleguen a gobernar es el mismo pueblo quien le permite mantenerse en el poder. Debido a que cumple con el rol y la figura de orden, afecto e interés que llena el vacío afectivo de la mayoría de los sectores populares, que predominan en numero en las poblaciones de las naciones latinoamericanos, además de todo el trasfondo cultural previamente expuesto que hacen la tarea del tirano mucho más fácil. Es por esto que podemos concluir que el tirano seguirá calando en Hispanoamérica porque hace la función de la figura de un mesías de un padre, abusivo. 

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