El Empíreo: ¿Post-posmodernismo?

¿Post-posmodernismo?

Por: Victoria Aloisio

En cada uno de los planos principales del devenir histórico ya sea económico, social o político, puede cuestionarse si la Edad Contemporánea o Edad Post-moderna, es una superación de la modernidad o más bien significa el periodo en que triunfan y alcanzan todo su potencial de desarrollo las fuerzas económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando lentamente, tales como, el capitalismo, la burguesía, y las entidades políticas que lo hacían de forma paralela, así como la nación y el Estado.

En el siglo XIX, estos elementos confluyeron para conformar la formación social histórica del estado liberal europeo clásico, surgido tras la crisis del Antiguo Régimen. El Antiguo Régimen había sido socavado ideológicamente por el ataque intelectual de la Ilustración a todo lo que no se justifique a las luces de la razón por mucho que se sustente en la tradición, como los privilegios contrarios a la igualdad, o la economía moral contraria a la libertad de mercado. Pero, a pesar de lo espectacular de las revoluciones y de lo inspirador de sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad, un observador perspicaz como Lampedusa pudo entenderlas como la necesidad de que algo cambie para que todo siga igual, el Nuevo Régimen fue regido por una clase dirigente que, junto con la vieja aristocracia incluyó por primera vez a la pujante burguesía responsable de la acumulación de capital. Esta, tras su acceso al poder, pasó de revolucionaria a conservadora, consciente de la precariedad de su situación en la cúspide de una pirámide cuya base era la gran masa de proletarios, compartimentada por las fronteras de unos estados nacionales de dimensiones compatibles con mercados nacionales que a su vez controlaban un espacio exterior disponible para su expansión colonial. 

Este equilibrio inestable se fue descomponiendo, en ocasiones mediante violentos cataclismos comenzando por los terribles años de la Primera Guerra Mundial, y en otros planos mediante cambios paulatinos, por ejemplo, la promoción económica, social y política de la mujer. Por una parte, en los países más desarrollados, el surgimiento de una poderosa clase media, en buena parte gracias al desarrollo del estado del bienestar o estado social, se entienda este como concesión pactista al desafío de las expresiones más radicales del movimiento obrero, o como convicción propia del reformismo social,  tendió a llenar el abismo predicho por Marx y que debería llevar al inevitable enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado.

Por la otra, el capitalismo fue duramente combatido, aunque con éxito bastante limitado, por sus enemigos de clase, enfrentados entre sí, el anarquismo y el marxismo, dividido a su vez entre el comunismo y la socialdemocracia. En el campo de la ciencia económica, los presupuestos del liberalismo clásico fueron superados, la economía neoclásica, y los incentivos al consumo e inversiones públicas para frente a la incapacidad del mercado libre o estrategias de cooperación frente al individualismo de la mano invisible. La democracia liberal fue sometida durante el período de entreguerras al doble desafío de los totalitarismos estalinista y fascista, sobre todo por el expansionismo de la Alemania nazi, que llevó a la Segunda Guerra Mundial.

Por tanto, si queremos demostrar que la Modernidad es un modelo obsoleto y hablar de Post-Modernidad, basta con demostrar que la esencia de la misma, es decir, la idea de progreso, ya no es vigente. Cuando los avances tecnológicos, intelectuales, económicos, políticos y sociales dejaron de llevar al Hombre hacia una situación cada vez mejor que la anterior, es decir, cuando la idea de Progreso dejó de ser eficiente, es cuándo la Modernidad se acabó, es cuando la Post-Modernidad se inició. La cuestión no es tanto saber si tal fenómeno sucedió, sucede o puede suceder, como fechar este paso de una era moderna a otra posmoderna, puesto que ya damos por supuesto la existencia de una Post-Modernidad.

La Modernidad finalizó al mismo tiempo que la idea de Progreso, dando lugar a un nuevo paradigma, llamado Posmodernidad. Este se define a partir de la coexistencia de aspectos en apariencia contradictorios, lo que genera una incertidumbre y, en algunos autores, un cierto pesimismo. Pero la Posmodernidad también es el enfrenta-miento, a nivel intelectual, a unos retos que se nos plantea conforme va evolucionando, y que debemos superar. El camino del pensamiento posmoderno ya transcurre desde por lo menos tres décadas, durante las cuales ha ido evolucionando.  

En efecto, las bases del pensamiento posmoderno fueron formuladas en las últimas décadas del siglo XX, una etapa muy diferente de la actual: Jean Baudrillard desarrolla la hipótesis de lo que llama la “era telemática primitiva”, en un momento en que la televisión empieza a ser un medio de difusión de la información generalizado,  pero ¿qué decir, hoy en día, del nuevo papel de la Red y del las tecnologías informáticas, que casi llegan a relegar la televisión y la radio a ser meros muebles? En 1975, Jean François Lyotard definió los nuevos lazos sociales de entonces, pero ¿qué decir de los lazos sociales actuales, ampliados por las llamadas redes sociales? Estas preguntas, y otras más, hacen sentir la necesidad de una renovación, o una superación, del pensamiento posmoderno, lo que está sucediendo desde hace muy poco.

Parece, pues, que estamos en el umbral de una nueva era, post-posmoderna, en cuyo caso nos encontraríamos, de nuevo, ante un abismo de incertidumbre, que solo el estudio y el análisis podrán tapar progresivamente. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, el distanciamiento cronológico, se identificará con una eficacia cada vez mayor lo que realmente ocurrió entre los siglos XX y XXI.

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