El Empíreo: “Saber de dónde venimos para saber adónde vamos”

“Saber de dónde venimos para saber adónde vamos”

Por Natalia Torres de Ponte

Una palabra, ¿Cómo puede una palabra despertarte y hacerte darte cuenta de lo perdido que estás?¿Cómo puede ser posible, repetir un millón de veces algo sin saber qué realmente significa? Y seguir como si nada estuviera pasando, no es fácil descongelarte y abrir los ojos, llega hasta a ser doloroso porque empiezas a entender cosas que antes ignorabas y debes hacer un esfuerzo diariamente de lectura y análisis para formar argumentos, opiniones válidas sobre las nuevas cosas que vas a conocer.

La famosa palabra que me hizo despertar fue “Empíreo”, pero no por su escrita ni nada sino que casi toda mi vida canté el himno Nacional de Venezuela y la nombré muchas veces sin saber qué significado tenía y peor aún sin interesarme por saber qué era; entonces me pregunté ¿Qué está pasando? Y así otras cosas que parecían tan básicas y yo no las sabía y me avergoncé. No por no saberlas y si por mi falta de interés en ellas, fue allí que empezó un cambio. Ya que el conocimiento propio es fundamental para la vida individual y social, puedes saber de dónde vienes y adónde vas.

En ese camino para abrir la mente, tuve varios encuentros con personas importantes y grandes escritores e intelectuales. Como la principal intención era profundizar en el tema Venezuela, me regresé en el tiempo y mi primera cita fue con Juan Germán Roscio padre fundador y escritor del Acta de la independencia, nuestra partida de nacimiento, donde expresaba la necesidad de formalizar la idea de un Estado y rechazaba el tipo de poder omnímodo que ejercía España en nuestras tierras, cuando Napoleón Bonaparte toma el poder en España, Venezuela no reconoce al nuevo regidor y hace valer su soberanía para pedir la independencia, el acta es firmada por siete provincias fundadoras: Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo. Por ello la bandera Nacional llevaba siete estrellas. Saber eso fue importante para entender el revisionismo histórico que está pasando en Venezuela actualmente, donde quienes están en el poder cambian la historia a su conveniencia y capricho, prueba de eso es la octava estrella en el símbolo patrio que no tiene razón de ser. Comprender esas bases fueron esenciales para entender que detrás de todo existe una idea y con eso aclarar una serie de conceptos fundamentales como: Monarquía, República, democracia, la relación de la iglesia con el poder y las encíclicas que usaban para comunicar temas católicos y religiosos, entre otros.

Esa comprensión de nosotros mismos es muy importante ya que una sociedad que no conoce a sí misma es autodestructiva, debemos darle importancia a la razón y saber que tenemos un compromiso como ciudadanos y en mi caso particular más importante aún porque los comunicadores sociales son médicos de la sociedad. Claro que para ser ese médico tuve que seguir aprendiendo nuestros fundamentos.

Mi segundo gran encuentro fue con Thomas More el político y humanista inglés que con su obra “Utopía” del año 1516, logró comunicarme tantas cosas. En este libro More criticó el orden político, social y religioso establecido bajo la fórmula de imaginar una comunidad perfecta, donde existía una igualdad total y aunque en un principio podría parecer una buena solución, mientras avanzas en la lectura te das cuenta que no, que existe un conflicto entre libertad e igualdad y que el bien común se prefiere ante el individual al final el propio Thomas fue prudente en cuanto a la posibilidad de llevar esas medidas allí expresadas a la práctica y en el momento no adoptó posturas ideológicas intransigentes. More me ayudó a entender más sobre el socialismo y también habla sobre la tecnología en la época de la edad media como la navegación.

Ezequiel Martínez Estrada también se apareció en mi camino, con su obra “La cabeza de Goliat” donde la idea principal que me llevo es que debemos ver todo a fondo más que lo superficial para entender todo lo que nos rodea, una observación profunda es esencial para apoderarse de algo y que aunque la ciudad ha anulado nuestros sentidos para conocer el mundo, nuestro esfuerzo debe sobrepasar esa dificultad y ver lo esencial, para así avanzar.

Al hablar de avanzar, cambiar, seguir adelante es imposible no pensar en Venezuela, en su situación actual, en lo cansados que estamos de estar en el limbo y la deteriorada calidad de vida que tenemos, y cuando me pregunté cuál podría ser nuestro problema; surgió Mario Briceño Iragorry uno de los más importantes ensayistas venezolanos del siglo XX, diciéndome en su obra “Mensaje sin destino” que Venezuela posee una crisis de pueblo, que hay una ausencia de densidad y profundidad de lo espiritual venezolano, que ese pueblo no asimila la historia del país haciendo que no tengan vivencias nacionales, uniformes y creadoras, además de la liturgia de los efemérides donde se celebra las fechas patrias pero sin saber su verdadero valor. Descubrí que existe un predominio de un hombre por encima de lo que fue y sus ideas, que sin conciencia histórica no podemos combatir los intereses colectivos y que para ser nación hacen falta los valores superiores y verdaderas tradiciones ya que estas generan seguridad, orgullo y autoestima a la sociedad. Hoy en día vivimos un tiempo Anti-venezolano, lo que me hace pensar que el error de la actualidad no está solo en los están en el poder y sí en nosotros que desconocemos la patria y sin conocerla no lograremos salvarla del gran hueco en el que está.

Venezuela, sigue siendo el foco y es allí donde me encontré con Augusto Mijares y su ensayo “Lo afirmativo venezolano” donde nos hace un llamado a ver la historia de Venezuela a través de sus virtudes y quiere sembrar el concepto de creer en nosotros, en nuestras capacidades como pueblo. Donde debemos ver lo que ya hicimos, lo que hemos dejado de hacer, lo que hemos gozado, lo que hemos sufrido y cómo unirnos para combatir aquellos males a los cuales estamos propensos y entre esos males se encuentra la autocracia militarista, el desorden, el desacato a la ley y un cierto pesimismo. Tenemos la horrible costumbre de hablar mal, de aplicar la crítica negativa al país y créanme que si seguimos así nada, pero absolutamente nada cambiará.

Poco a poco te vas dando cuenta que la gran causa de los problemas es el desconocimiento de ellos, cuantas veces ya he mencionado la palabra “aprender”, “conocer”, muchas y es que esa fue una de las ideas principales de ese camino de aprendizaje.

Cuando parecía ya haber conocido las bases del Estado venezolano, me encuentro con el abuelo de la patria, Jean-Jacques Rousseau y su obra famosa “El contrato social”, pero ¿por qué abuelo? Porque resulta que las ideas del acta fueron basadas en las ideas expresadas en el contrato, donde se conoce el origen del Estado y de los derechos humanos, también donde los hombres sacrificamos la libertad natural que tenemos al nacer para tener una libertad civil y admiten la existencia de una autoridad, unas normas morales y de unas leyes a las que se someten. Nuevamente conocer esas ideas nos hace reflexionar sobre el país y como muchas veces pareciera que no hay un pacto (como el contrato) actualmente.

Entre la serie de encuentros que tuve, uno que me quedo bastante marcado y me ayudó muchísimo a entender otra serie de cosas fue el italiano Vittorio Alfieri y su libro “De la tiranía” (1749 – 1803) este da a conocer qué se entiende por tiranía, quién es el tirano, cómo vivir en esa situación y cómo deshacerse de ella. De manera clara y precisa me di cuenta que tenía quejas anecdóticas frente a las cosas, decía: Odio la tiranía; sin saber realmente el por qué, resulta que Alfieri me hizo un gran favor al explicarme tanto y hacerme entender que “La tiranía es tan contraria a la naturaleza del hombre que destruye todas sus emociones naturales” y que debemos luchar contra ella, siendo personas prudentes y valientes sin entregar nuestras vidas en manos del tirano, hoy digo con argumentos que odio la tiranía porque esta nos tiene como esclavos de unos cuantos que están en el poder, que muchas veces no merecen ni el calificativo de hombres. No puedo dejar de mencionar que mis encuentros con esos pensadores siempre estuvieron dentro del contexto de las edades de la historia: edad media, edad moderna y edad contemporánea; con sus características y cambios sociales, políticos y económicos.

Debo decir que esta fue la parte más teórica de este camino y aunque aprendí muchísimo, lo que realmente me marcó fue la cantidad de cosas que pensé, reflexioné y me di cuenta en estos últimos nueve meses. Llegue a la conclusión que el cambio empieza por mí y que aunque parece poco es un comienzo, es un crecimiento intelectual que solo empieza porque aún queda mucho por hacer y aprender.


Mi colofón es que debemos conocer nuestra esencia para seguir adelante, saber de dónde vinimos es indispensable para saber a dónde vamos, no puedes pasar toda tu vida desconociendo algo que es parte de ti, sal y conoce tu entorno sin miedo, deja de quejarte del país y empieza a ver lo afirmativo venezolano. Que Venezuela puede estar en un momento difícil pero nada cambiará si tu no cambias y que aunque vivimos en algo parecido a una tiranía debemos saber que aún en los peores momentos no podemos perder nuestros propósitos de honradez y sincero anhelo de trabajar por la patria y si decidimos quejarnos de algo que sea con argumentos reales y basados en hechos reales porque si no son solo palabras que las lleva el viento, aprende del pasado porque la historia se repite y sobre todo elige vivir y no vegetar, porque solo así lograrás avanzar y ayudar a los que te rodean para que avancen contigo.  

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