El Empíreo: ¿Cómo llegamos a esto?

¿Cómo llegamos a esto?

Por Nathaly Torres

Hoy en día, en el 2015, Venezuela se encuentra en una situación difícil, pues atraviesa una crisis que ha inundado todos los campos de la sociedad: la política, la economía y lo moral. Ver lo ocurrido en mi país en los últimos 16 años me hace reflexionar y pensar: ¿cómo llegamos a esto? Millones de pensamientos invaden mi mente buscando darle respuesta a esa pregunta; sin embargo, un libro resalta entre el cúmulo de ideas: “Mensaje sin destino” de Mario Briceño Iragorry, donde el autor le da la respuesta a esta gran pregunta señalando que tenemos una crisis de pueblo y que esta se debe al desconocimiento que nosotros, los venezolanos, tenemos de nuestra historia.

Siempre creí tener los conocimientos básicos necesarios sobre la historia venezolana, como quién nos independizó, quiénes han sido los presidentes del país, quiénes hicieron tales obras (materiales e inmateriales), entre otras tantas cosas. No obstante, con el pasar de este año académico entendí que la historia inmediata de Venezuela no es la única necesaria para comprendernos como sociedad y, como consecuencia, comprender nuestra crisis. Conocer a Venezuela va un poco más allá de quién gobernó o quién hizo qué, se trata de leer a los grandes pensadores de las distintas épocas y leer entre líneas los hechos ocurridos. Es por ello, que para entender dicha crisis echaremos la mirada atrás y examinaremos unos cuantos ensayos, publicaciones y documentos.

Toda persona cuenta con una partida de nacimiento donde están expresados sus orígenes; de la misma manera, la sociedad venezolana cuenta con una: el Acta de Independencia. Este documento surge por la necesidad de formalizar la idea de un Estado en el país y para ello siete provincias la declararon en 1811. Con el Acta surge un cambio, pues ya no se trata de los derechos vinculados con la monarquía y el poder omnímodo del Rey, sino que ahora las ideas pasan a ser ligadas a la libertad y el republicanismo. Conocer este hecho histórico tan importante es fundamental para comprendernos como nación, como sociedad y como individuos. En repetidas ocasiones políticos han hecho uso del revisionismo histórico, por ejemplo, cambiando la cantidad de estrellas en la bandera que representan las siete provincias fundacionales, y agregándole una estrella más, tan solo por su capricho, y nosotros por no contar con ese conocimiento amplio y profundo del acta nos convertimos en pusilánimes sin tradición que aceptan ese tipo de cambios.

Continuando con el recorrido, me parece importante resaltar la encíclica Rerum Novarum, escrita por el Papa León XII en el año 1891, donde plantea la relación entre contrarios –en este caso entre clase obrera y jefes- como una pugnacidad constante, cuando en su lugar se debe tratar de una relación complementaria. Sin embargo, este tipo de relación a los hombres astutos y turbulentos no les conviene y es por ello que manipulan a los más humildes colocándolos en una rivalidad que es ajena a la verdad y a la razón. ¿Cuántas veces no hemos escuchado las palabras “burguesito”, “majunche”, “pitiyankee”?, términos que solo generan una contienda entre las partes de la sociedad.

Para la formación de este nuevo Estado venezolano, Juan Germán Roscio (escritor del Acta), se basó en las ideas expuestas por Jean Jacques Rousseau en su obra “El Contrato Social” donde se plantea el no antagonismo entre el poder público y la población, tal como expresaba el Papa León: se trata de una relación de complementariedad. Gracias a este pacto, donde los súbditos ceden cuotas de su libertad al poder público, es que los Estados funcionan procurando la voluntad general por encima de la individual. Se puede pensar que en ese proceso de ceder la libertad individual al poder público para procurar el bien común, se generen abusos por parte de los gobernantes, ante esto Vittorio Alfieri, en su libro “De la Tiranía”, publicado en 1800, expresa las características de estos personajes que violan las leyes, ignorando lo que es ideal para todos. Alfieri en su publicación advirtió lo que hoy en día, encontrándonos en el 2015, presenciamos en Venezuela: gobernantes que crean nuevas leyes, que destruyen otras o simplemente interpretan a su antojo con la certeza de la impunidad. Aunado a esto, contamos con poderes públicos que no tienen autonomía al momento de ejercer sus funciones, por ejemplo la Asamblea Nacional está dirigida por las decisiones del Presidente.

Aunado a las publicaciones de todas estas épocas que nos dan luces y comprensión de lo que atravesamos hoy en día, es pertinente ubicarnos como país en la época histórica que atravesamos: la Edad Contemporánea y para ello debemos conocer un poco de la Edad Moderna. La modernidad se caracterizó por poderes políticos absolutos e inexistencia de institucionalización, se puede considerar como una época en la que la crisis y los abusos llegaron a su punto máximo. No obstante, esta fue una época donde diversos pensadores como Jean Jacques Rousseau y Marsilio de Padua iniciaron un proceso a través de las ideas para estructurar y limitar el poder. Gracias a ellos y a los movimientos como la Revolución Francesa, se generó un cambio hacia la contemporaneidad -donde nos encontramos actualmente- la cual se caracteriza por la garantía de los derechos (ya no se trata de súbditos sino de ciudadanos), existen diversas clases sociales en las que hay movilidad y económicamente existe libertad en el comercio.

Pero, ¿Venezuela en dónde se encuentra históricamente?: En un retraso, ubicándonos en la contemporaneidad, el país cuenta con todas las características propias de la modernidad, pues el mandatario ejerce un poder omnímodo por encima de lo que sea y de quien sea; no hay institucionalidad, todos los poderes (Judicial, Electoral, Legislativo) se mueven de acuerdo a las indicaciones del Ejecutivo; los derechos de los ciudadanos son irrespetados una y otra vez diariamente; y la propiedad privada es destruida. 

Para concluir, vuelvo a la pregunta inicial que siempre daba vueltas en mi cabeza y que luego de leer, investigar y ahondar las separatas vistas en el año he podido responder.

¿Cómo llegamos a esto? Somos un pueblo sin consciencia, sin conocimiento profundo. En palabras de Briceño Iragorry tenemos carencia de densidad y de continuidad espiritual, los venezolanos no hemos asimilado nuestra historia, de modo que nos permita hablar de vivencias nacionales, uniformes y creadoras que nos ayuden a incorporar nuevos valores de cultura. Las guías, las instrucciones para comprender nuestra realidad siempre han estado allí: Acta de Independencia, Vittorio Alfieri con “De la Tiranía”, Jean Jacques Rousseau con “El Contrato Social”, Mariano Picón Salas con “Comprensión de Venezuela”, Mario Briceño Iragorry con “Mensaje sin Destino”, y muchos tantos autores que aún quedan por conocer.

Contamos con un presente y un futro que se ven poco alentadores, ¿no? Sin embargo, hay una frase que escuché del profesor Ramón Castro que me llamó la atención y la cual comparto: “cuando se llega a lo más alto, a los mayores abusos y a grandes crisis, después de ahí viene cambio”; se trata como de una especie montaña rusa donde subes, subes y subes y cuando ya llegaste a los más alto es momento de bajar. Esto fue lo que ocurrió con la modernidad, donde se llegó a unos extremos de arbitrariedades y despotismos que antes no se habían vistos, pero que luego, gracias a las ideas, concluyeron en cambios grandiosos para la sociedad, pasando así a una nueva etapa histórica.

La solución está en las ideas, tal como ocurrió en Alemania después de la II Guerra Mundial, donde gracias a diversos pensadores pudieron sacar al país de la crisis económica, lo que se conoce como el milagro alemán. Venezuela necesita de pensadores; de una generación que vaya más allá de lo superficial y que entienda las ideas detrás de las cosas; personas que se conozcan a sí mismos; que actúen más y se quejen menos; que entiendan que las crisis hay que vivirlas y no huir de ellas; pero sobre todo de personas que amen a esta patria y estén dispuestos a sacarla adelante. ¿Eres tú uno de ellos?



“Sólo una crisis – real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente”

Milton Friedman.

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