El Empíreo: Discurso Final - Más racional y menos visceral

Discurso Final - Más racional y menos visceral

Por: Fabianna Lovera

Más racional y menos visceral.

Al comentar, debatir o consultar distintas opiniones es necesario en todos sus casos poder ponderar dichas palabras con bases validadas que contribuyan con la veracidad de las mismas.  Cosa, que en realidad es vista como un fenómeno en las sociedades actuales, donde rigen más las opiniones emocionales y visearles que las racionales.

Este tipo de conducta ocurre en todos los individuos que conforman una sociedad, desde meros ciudadanos hasta grandes políticos. Cosa que da paso a distintas disputas entre numerosos individuos. Esto forma parte, en realidad, de la naturaleza humana, aunque el raciocinio sea nuestra mayor virtud también lo son nuestras defensas emocionales.

Al hablar en específico de una sociedad como la venezolana, pudiésemos evidenciar esta serie de desafortunadas discusiones en el mero día a día. De manera más específica, se pudiera mencionar el tema político- social. Fácilmente y sin necesidad de una gran cantidad de bases validadas, se puede afirmar que desde los últimos 15/16 años la sociedad venezolana, ha contado con numerosas disputas y riñas viscerales entre partidos políticos, que en algunos casos pudiesen ocultarse como racionales. Lamentablemente, este último no es el dominante de los casos.

Gracias al fanatismo político, el culto gubernamental y el choque de opiniones y frustraciones, la sociedad venezolana ha disipado toda clase de racionalidad en sus mayores discusiones políticas y ha convertido los debates en simples circos emocionales (Tomar como ejemplo más claro la Asamblea Nacional, donde supone debe haber un discurso racional y veraz).

Las causas de estas situaciones son innumerables, pero atrevo a suponer una teoría, validada por el mismo maestro Briceño Iragorry en su obra “Mensaje Sin Destino” en la que discute a través de distintas opiniones y teorías. Una crisis de identidad en el pueblo Venezolano. Es importante recalcar que esta obra fue escrita en el año 1951 y es perfectamente valido en la actualidad.

Briceño Iragorry plantea que el pueblo Venezolano, se desconoce a sí mismo. Que de distintas maneras rechaza sus orígenes (Coloniales en este caso) y es por esto que no posee una verdadera identidad cultural y social. Estas afirmaciones no pudiesen ser más reales en la actualidad y fácilmente pueden ser las causantes de las distintas discusiones emocionales que en la actualidad han llevado al pueblo Venezolano al lugar en el que actualmente se encuentra.

Sin tildar este ensayo de ningún color o tono político, cualquier ciudadano perteneciente a la sociedad venezolana puede afirmar las disputas diarias entre partidos políticos, no solo a nivel de influenciadores en la política sino en los ciudadanos del día a día. Que defienden por distintas razones a un partido en específico, pero la mayoría no posee verdaderas bases para validar sus defensas.


Es indispensable que el pueblo venezolano consiga esa identidad careciente que mencionaba el maestro Iragorry y que mejor manera que empezar desde nuestros verdaderos inicios, nuestra acta de nacimiento. El acta de independencia, en ese documento están plasmados nuestros verdaderos signos de identidad, en ese documento se encuentran los ideales que los próceres venezolanos quisieron cumplir en nuestra sociedad, no rechazando y pisoteando nuestros inicios coloniales. Sino más bien destacándolos como parte de nuestra historia y así poder defender en el presente cuándo muchos de esos ideales están siendo violados y pisoteados. Poder validar nuestras opiniones políticas actuales con documentos tan verídicos como lo es nuestra acta de independencia, permitirían que el pueblo venezolano no sólo desarrollara su identidad nacional, sino que aprendiera de su historia e igualmente rechazara cualquier absurdo golpe contra su fuerte y real identidad cultural. Dejando de lado las discusiones viscerales y dando paso al debate político racional y verdadero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Copyright © El Empíreo Urang-kurai