El Empíreo: El que se cansa pierde y el que persevera vence

El que se cansa pierde y el que persevera vence

A los largo del año hemos analizado diversos documentos con la finalidad de no sólo informarnos de su contenido, sino más allá de esto, ubicarnos como ciudadanos del mundo y como venezolanos.
Desde mi punto de vista esta materia logró su objetivo de hacerme reflexionar más allá de unos contenidos y plantearme variadas preguntas sobre mi papel como ser humano en el mundo, y más específicamente, sobre mi ubicación como venezolana frente a la historia y a la realidad actual de mi país.
Debo confesar que es la primera vez que leo completa nuestra Declaración De Independencia como venezolanos, y no puedo evitar el sentirme orgullosa de aquellos antepasados que ejerciendo su derecho a la dignidad expusieron claramente las injusticias y acciones sin sentido, que lo llevaron a declararse en independencia de la Corona Española. Encuentro sorprendente cada una de las razones expuestas. En ellas se respira un claro sentido de la lealtad y la solidaridad que tan propias han sido en nuestro país a lo largo de la historia. De manera emocionalmente centrada, los venezolanos exponemos en este documento una serie de injusticias recibidas como respuesta a cada acto de generosidad presentado.
Al leer este documento me siento más orgullosa de ser venezolana porque reconozco en él nuestros valores y nuestro valor en la lucha por la libertad. Son palabras que bien pueden inspirar nuestra lucha actual por la justicia y la libertad.
Todos los seres humanos soñamos con un mundo mejor, y a veces, con un mundo tan perfecto que la lógica parece advertirnos que es imposible de alcanzar esto es lo que parecería suceder tanto en la Utopía de Tomás Moro como en el Contrato Social de Rousseau. En cierta forma, ambos autores sueñan con un mundo ideal en el que los habitantes se ponen de acuerdo con la finalidad de lograr convivir felizmente.
Aunque hay algunas diferencias de fondo en ambos planteamientos, ambos se basan en principios de respeto y convivencia. Estos planteamientos me llevaron a muchas reflexiones y preguntas acerca de qué lleva a los hombres a convivir bajo el principio de buscar una mayor felicidad para todos.
Sabemos que Rousseau fue unos de los inspiradores la Revolución Francesa a través de sus ideas  de división de poderes y elección de representantes. También nuestro país se inspiró en estas ideas para su fundación.
Aunque los seres humanos soñamos y añoramos la justicia, la equidad, la representatividad, la igualdad de derechos, no siempre esto es una realidad, ya que no siempre lo plasmado en el papel se respeta. Sin embargo el que no se respete no implica que debemos dejar de soñar con ello. Hay que buscar constantemente ese ideal de convivencia, que si bien posiblemente nunca sea perfecto, si puede ser cada vez mejor.
Es como si Tomás Moro soñara esa sociedad perfecta  que en este caso la definió como socialista. Pero al mismo tiempo es como si se burlara de su credulidad al poner nombres contradictorios a algunos personajes y lugares. Por ejemplo, el funcionario que rige la ciudad se llama Ademus cuya traducción es “sin pueblo”.
El libro de Briceño Irragory me llevó a reflexionar sobre el sentido de nuestra historia. Somos un país que niega la misma, que no aprende de ella, que celebra muchas fechas sin sentirlas, en donde los gobiernos comienzan desde cero en cada mandato por lo cual vivimos muchos procesos que no terminan cuajando en soluciones completas, en donde el pasado es un pasado pisado y no un ejemplo para el futuro impidiendo avanzar y dando como resultado a un país atrasado. En donde las tradiciones se han convertido en una vergüenza en vez de ser un orgullo.
…”Esta crisis nos ha desnudado muchas veces como un pueblo que no tiene consciencia de su aprendizaje ni de cómo lo logró”… Llama a la construcción de una consciencia histórica para que desaparezcan las apariciones absolutistas. He aquí donde se aprecia el gran vacío de los venezolanos hacia su matria, si de lo contrario sintiéramos gran orgullo y amor hacia ella nunca hubiéramos permitido que este gobierno tomara las riendas de lo que es nuestro.

El mensaje que me dejo esta materia por boca de su profesor es la necesidad que tenemos los venezolanos de recuperar nuestro sueño de ser una nación libre y democrática. Ahora gozo de fundamentos para defenderla cada vez que alguien hable mal de ella porque el problema no son ellos sino somos todos. Ahora todo se me hace más claro, entiendo el por qué de nuestra realidad. Se que debo querer a mi patria para poder quererme a mi misma para luego regalarle a mi amor a otra persona.  Por eso hoy la quiero, la conozco un poquito más y deseo seguir descubriéndola para convertirme en una autentica venezolana orgullosa, para seguir llenando ese vacío en mi interior y de este modo poder contagiar a todos lo que me rodean. Me queda una nueva esperanza: quedarme y formar parte de la historia real del día en el que aprendimos a ser libres. Porque el que se cansa pierde y el que persevera vence. Hoy estoy orgullosa de ser venezolana.


María Verónica Izaguirre

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