El Empíreo: Lugar Demasiado Común

Lugar Demasiado Común

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Por Jackeline Da Rocha

Favor no mostrar esto a Luis Yslas.

Mi actual profesor de literatura concluyó conmigo que la editorial Lugar Común sólo le está haciendo daño a nuestro país. Admiro su iniciativa y el esfuerzo que ponen en llevar a toda Venezuela una inspiración perdida, pero las cosas hay que decirlas como son. El porqué es una pregunta que respondo en breve. Lo realmente intrigante es cómo consiguió una reunión de lectores la posición dentro del gremio para impartir su material. Decidimos que la atención que reciben ahora nació con la fortuita fama de Blue Label, de Sánchez Rugeles.

Blue Label no es mala; pero no es buena. Creo que a partir de este trabajo, todos los autores relacionados con esta editorial decidieron trabajar la miseria venezolana: gente que es miserable porque se quiere ir o gente que es miserable porque se fue. Siempre hay un amorío con alguien que en principio (y a veces al final) se detesta, hay por supuesto referencias políticas vagas, muchas profanaciones y la pizca justa de morbo y sexo asqueroso. Basado en historias (y nombres) reales.

Los Muertos, de Jorge Carrión, empezó como una historia muy interesante: un hombre aparecía desnudo y mojado en medio de la noche, en pleno asfalto. No sabe nada de nada ni de él mismo. Lógicamente se acerca a la primera vivienda más cercana, donde le atiende un señor que está acostumbrado a recibir desconocidos casi inconscientes en su puerta. Le da comida, ropa, dinero y cama por un día, luego lo bota: no puede atenderlos a todos. Le explica que debe ir a la ciudad y encontrar su identidad. Con este propósito el Nuevo le da todo su dinero a una adivina que no le ayuda mucho.. La siguiente escena describe bajo la lluvia a una mujer de cabello corto con un impermeable transparente y un paraguas naranja brillante tropezándose en la calle; y es ahí cuando me doy cuenta de que estoy leyendo una transcripción de Blade Runner.

No soy católica practicante, pero cuando Dios te manda señales tienes que verlas: Andrea me había atosigado tanto para que viera Blade Runner que la vi la semana anterior a esta desafortunada lectura. Ha sido descrita como "la tormenta en un vaso", tal vez ese vaso debería venir en conjunto con una pastillita de éxtasis.

Pero, más allá de la historia, el libro está dividido en cuatro partes. Varios capítulos efímeros de novela, seguidos de la reacción de una mujer a la lectura de esta misma primera parte. Si pudiera poner emojis en este texto dejaría mis emociones plasmadas en uno que se parece a esto: -.-
La tercera parte continúa la novela, y estoy orgullosa de decir que no la leí. Y la cuarta parta discurre sobre la literatura caótica o distópica o quién se puede acordar después de la confusión del índice.

Rodrigo Blanco Calderón escribió un libro de cuentos. Flamingo es famoso por estar basado en una canción de una banda caraqueña contemporánea que todos conocemos. Personalmente creo que la banda aceptó la prensa pasivamente para no tener que expresarse sobre el cuento. Que no tiene nada que ver con la canción. O con un cuento.

Su Pausa Limeña, dedicada cariñosamente a Yslas y secretamente a todos los peruanos deja mucho que desear respecto de la estructura de cualquier narración. Se ofrece recompensa a quien haga interesante la descripción de la aparentemente famosa pausa que se toman los nativos de Lima en la justa mitad de su plato de almuerzo. No habla muy bien de este autor el hecho de que no recuerde sus otros cuentos.

Chulapos Mambo, fácilmente el peor. Y eso que he leído libros malos. Tres venezolanos huídos de la madre patria se encuentran sobreviviendo en distintas partes de España. Hablan de lo que les pasa, no tiene que ser interesante. El cambio de narrador no ayuda. Uno de ellos es miserable porque escribe libros de autoayuda cuando siempre quiso ser un autor real.. ¿suena familiar?

No me avergüenza admitir que lo compré por la portada, tiene muchos colores. Pero se quedan ahí. Dentro del libro no hay nada. No sentaría conversación voluntariamente con Méndez Guédez ni siquiera para preguntarle qué coño es Chulapos Mambo.

Siguiendo sobre Méndez Guédez, El Libro de Esther. El libro de Esther, para los que no saben, es Piedra de Mar de Pancho Massiani. Piedra de Mar es fácil de leer, fue vanguardista en su época y evoca de manera muy simple los sentimientos de cualquier adolescente que esté terminando sus estudios y esté un poquito desubicado. Al contrario, el libro de Méndez Guédez es pesadísimo e increíblemente lento. Es casi imposible creer que el autor echó mano de Piedra de Mar para tejer una historia interminable (mente aburrida).

Buscando en mi biblioteca para esta dura crítica encontré un ejemplar de la editorial que no he tenido el tiempo de leer: Las Guerras Íntimas de Roberto Martínez Bachrich. Sólo ayer sentencié que su lectura no es algo que planeo en mi futuro, puesto que está mal encartado. Las páginas intercaladas sólo las supo hacer Cortázar, señores Lugar Común.

Guerras íntimas es lo que yo tendría si fuera el encargado de dar al mundo este duro parto.

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