El Empíreo: El Vecino

El Vecino

Por Patricia Fernández Schrunder


‘La grama del vecino siempre es más verde’

Esta frase parece acompañar la cotidianidad del venezolano. Constantemente nos quejamos de lo que tenemos, como si el muy nombrado karma juega sus cartas una vez más para condenarnos por los males de nuestras vidas pasadas.

Compararnos con otros países ha comenzado a formar parte de la conversación cotidiana de los venezolanos.

Pero, ¿acaso del otro lado están mejor? ¿Siempre fueron como son hoy día?

Alemania el pasado abril del año actual. Oskar Groening, con 93 años de edad, guardia de la SS, contador nazi de Auschwitz  fue llevado a juicio en la ciudad de Lunenburg por el cargo de cómplice de asesinato de 300.000 inocentes.

Baltimore, Estados Unidos, hoy día. Un inocente de nombre Freddie Gray es asesinado bajo custodia policial sin ninguna otra explicación que el color de su piel, al igual que Mike Brown a finales del año pasado en Ferguson.

¿En qué se diferencia una situación de la otra?

La respuesta es muy simple: en el pensamiento.

Alemania, después de lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial, sintió un verdadero arrepentimiento por las acciones tomadas durante la época. Sin excusas, Alemania se dio cuenta  que para poder seguir avanzando como sociedad debía tomar responsabilidad de sus actos, y así, hasta hoy en día, vemos que hasta a un hombre ya en sus noventa años no se le perdonará todo el daño que le causó a miles.

Por su parte, los Estados Unidos parecen estancados en el mismo problema racial que los ha perseguido a lo largo de su historia, una problemática que no se puede solucionar solo con la elección de un presidente de color, sino con la evolución de su pensamiento.

Creo que, después de todo, el vecino no está tan bien.

Ahora, si bien es cierto que nosotros los venezolanos tenemos muchos problemas que resolver en diversos aspectos sociales, políticos y económicos, también hay que detener el  discurso negativo (muy constante en el día a día criollo) y apreciar aquellas cosas positivas que nos distinguen, ya sean pocas o muchas.


Dejemos de ver al otro y comencemos a vernos a nosotros mismos. Solo de esta manera es que nuestro pensamiento puede evolucionar, y con él nuestra sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Copyright © El Empíreo Urang-kurai