El Empíreo: Un demonio llamado pesimismo

Un demonio llamado pesimismo

Por: Mariana Martínez Venegas


Hoy día en nuestro país estamos atravesando una crisis, en todos los sentidos gracias a la mala gestión de un gobierno. Sí, una crisis porque si hay otra nos vamos terminar de hundir.
“Nos vamos a terminar de hundir” “Ya no hay vuelta atrás” “Este país se lo llevó quien lo trajo” estas y otras expresiones más nos persiguen día a día, hasta a mí que sin pensarlo lo escribí.

Estas expresiones vienen a nosotros por nuestro permanente pesimismo, como venezolanos y como país. También conocido como uno de los síntomas de la depresión, este mal que nos azota puede llegar a generar consecuencias muy malas hacia nosotros mismos.  Y es que el pesimismo nos cierra los caminos, nos asegura que nuestro destino es el fracaso y que nunca podremos obtener lo que queremos por más que nos esforcemos.

Este pesimismo deja al descubierto nuestra baja autoestima. Las percepciones, pensamientos, sentimientos y evaluaciones hacia nosotros mismos siempre resultan negativas. Pero ¿por qué pasa esto?

La razón nos las contesta el maestro Briceño Iragorry en su obra “Mensaje sin destino” cuando menciona la famosa “crisis de pueblo” explicando que hay una carencia de densidad y continuidad espiritual en el pueblo de Venezuela. Es decir, este pesimismo proviene de la superficialidad que nos aqueja, de la falta de profundidad en la historia. Cuando nos quejamos, lo que hacemos es resaltar cosas malas detrás de otras, al hacerlo estamos negando lo que somos.

Lo que no sabemos, es que al negarnos y quejarnos de nosotros mismos, estamos perdiendo un tiempo valioso y es el de mirar también las cosas positivas. Y esto es lo que no nos permite continuar, nos enfrascamos en un tema y por no querer profundizarlo pasamos al siguiente y olvidamos el anterior. Esto es lo que recalca Briceño Iragorry en su obra, al mencionar que hay “Un problema de asimilación de la historia”.

También el error está en el mal concepto que tenemos en nuestra cabeza de progreso. Ya que pensamos que progreso es volver a comenzar, avanzar sin mirar atrás, mirar solo hacia el futuro y eso es lo incorrecto. El progreso depende mucho de la base que se tenga como lo es la tradición. Nuestra costumbre nos transmite orgullo y valores para poder interpretar de manera adecuada nuestro pasado resaltar tanto lo bueno como lo malo, no olvidarlo, saber que está ahí y que se puede mejorar en el futuro.

La vida misma, es idéntica a la de un país, se tiene personalidad, autoestima, comportamiento, valores y principios. Un país es como una persona constituida por miles de otras en su interior, que siente como todo lo creado. Que tiene la virtud de la imperfección y que al igual que nosotros se equivoca. Nosotros somos los encargados de aprender de esos errores y con ellos sentar las nuevas bases, no se trata de empezar de nuevo dejando atrás el pasado, es seguir con el mismo para poder entender lo que viene.

Nunca podemos olvidar lo que somos, porque ahí está el secreto de todo, eso es que nos ayuda a luchar y seguir adelante. Una persona sin densidad, sin profundidad es igual a una persona sin principios y valores. Debemos de dejar de siempre tratar de hacer algo nuevo sin mirar atrás, de tratar de ser perfectos, de aparentar algo bueno para que los otros lo vean, debemos dejar a un lado la presunción y enfocarnos en llenar aquellas carencias que poseemos de cosas buenas. Esos pequeños vacíos nos hacen buscar más y más cosas con que llenarlos, y sin darnos cuenta los llenamos de cosas huecas otra vez. Hay que optar por lo que tenga contenido y trasfondo y no solo para aplicarlo en nuestro país sino en nosotros mismos.

Para llegar el éxito hay que ser optimistas, y eso no quiere decir que tenemos que ser personas perfectas o semidioses. Para llegar al éxito debemos cometer errores, ver el fracaso como una oportunidad de volver a comenzar y hacerlo mejor. Si como país suplantamos un fracaso por otro no estamos haciendo nada, lo que hacemos es crear una inestabilidad. No sabemos hacia dónde ir. Este es el verdadero problema que nos agobia el no poder avanzar, el separar nuestra historia. Si en la vida hiciéramos lo mismo es como si nos muriéramos y resucitáramos y así continuamente. Pues no, ese es el grave error que tuvimos como pueblo en aquellos momentos en los que sentimos que nos moríamos.

 Teníamos que levantarnos y decir: ¡Esto no se ha acabado! ¡Hay que seguir! ¡No volvamos  a cometer el mismo error! ¡Repitamos las cosas que salieron bien!

La situación que vivimos hoy día, amerita que seamos optimistas, que seamos responsables, que tengamos densidad y contenido en nuestro pensamiento, a no seguir negándonos, y admitir nuestro fracaso. Como dije antes, los fracasos no son malos nos permiten seguir adelante corrigiendo las cosas malas.

¿Por qué las crisis? o ¿Por qué a nosotros? No tengo la respuesta, porque es igual a como si nos preguntáramos ¿Por qué las personas buenas mueren? lo que si se es que una crisis no debe pasar por nosotros y dejarnos mal, nosotros debemos pasar por ella, es decir, no debemos verla superficialmente, tratemos de ver la lección que nos está dando. Dejarla pasar y no haber cambiado algo en nosotros, es perder la oportunidad de poder haber crecido tanto en lo mental y espiritual. Las crisis nos ponen a prueba, para ver de qué estamos hechos, para mover nuestro gran edificio y ver si las bases están buenas y sólidas.

Estos pequeños terremotos son necesarios en nuestra vida, porque nos ayudan a ser persona…






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