El Empíreo: Fundamentos

Fundamentos

Por Jackeline Da Rocha

El pasado jueves 26 de febrero cumplí con mi deber ciudadano de mantener al día el registro civil al actualizar mi cédula, enfrentando en mi camino numerosos obstáculos que convirtieron en un trajín un proceso debidamente simple.

A las 7:30 a.m. me dirigí a pie al Centro Comercial Boleíta pero no habían dado entrada al público. De hecho, los guardias de seguridad habían dispuesto a los presentes en una muy famosa, pero no menos precaria forma de organización legada a nosotros por nuestros más lejanos antepasados, que involucra contacto cercano con los demás individuos; uno por delante y uno por detrás.

La gente que llegaba ya ni siquiera se acercaba a la puerta, se conformaban con dirigirse al final de la fila y preguntar para qué era. -"Para entrar, pa todo". -"¿Y si yo tengo cita médica/ y si voy a la librería/ y si nada más vengo a desayunar?". -"Todo".

Mientras se acumulaban estiré mis piernas y caminé la acera hacia arriba y hacia abajo, girando en pívot sobre mis talones cada vez que llegaba a la esquina. Se hicieron las 8:30. El guardia recibió por radio indicaciones de dar puerta al público y así lo hizo, se apartó de la entrada. Pasamos por una abertura-puerta en la santa María que seguía abajo.

Cada quién siguió su camino. También mucha gente siguió mi camino. Derecho, al final del corredor principal están los ascensores. Cuando llegué a ellos había gente esperando afuera para usarlos. Más gente de la que cabía. Estaban haciendo cola.

Subí por las rampas laterales hasta el último piso solo para encontrarme con otra cola, esta vez más específica, la cola del SAIME.

Tomé mi lugar resignada y esperé media hora más a que la sucursal gubernamental iniciara su jornada administrativa. Se plantó delante de nosotros una joven, no uniformada. Preguntó en voz alta y nasal quién estaba ahí para recoger su pasaporte y quién para sacarlo. Se los llevó a todos con ella y los separó en dos filas.

Los podía ver de lejos, la cola principal estaba al otro extremo del cuadrante del piso de feria. No se veía la puerta del SAIME. Los de cédula fuimos entrando más tarde, de tres en tres, para formar otra fila delante de la puerta de vidrio de una peluquería diagonal a la sede.

Mientras avanzábamos nos dejaban entrar y nos sentaban en sillas metálicas por las cuales había que rodarnos conforme con el adelanto del proceso, dícese otra cola.

Una vez en el escritorio (cubículo de dry wall de un metro de ancho por medio de largo) entregué los únicos requisitos: una copia de mi cédula y otra de mi partida de nacimiento. El gestor me indicó despectivamente la necesidad de otro documento que no traía y era de alta prioridad.
Salí y llamé a mi mamá. Nada. Mis hermanos. Nada.

Estando en Boleita no perdería mucho tiempo así que dije que lo buscaría en mi casa y volvería. Caminé hasta la casa de mi mamá porque no pasó ningún autobús en ese sentido y, en resumen, tardé dos horas en encontrar el papel.

Caminando de vuelta compré desayuno para dos personas. El segundo se lo entregué al guardia de la cola y pasé directamente.

De nuevo en el escritorio, el gestor debía llenar un registro minucioso de datos personales, para lo que decidió adivinar. Según él aparento medir 1,62 m y peso cerca de 57 k, nací en -indefinido- edo miranda y tengo ojos negros.

Al momento de indicar la residencia escribió El Marquez, sector Orizonte. Esta vez lo corregí, puesto que debe haber cometido este error en innumerables registros y tal vez (en mi mundo soñado) una falta ortográfica grave invalide el documento.

Desafortunadamente es este el tema central de mi escrito; claro que dejé en evidencia una falta más grave de mi parte, pero en fin, es sistemático. Pretendo con esto señalar la gravedad de rigurosidad en el proceso electivo de empleados del gobierno (para no entrar en el sistema educativo), la falta de profesionalismo y rigurosidad en la organización de personal y público, la falta de atención e información al trabajar con un proceso tan específico y la participación de la contraparte, el pueblo conforme.

Después de tomarme la foto me mandaron a otro escritorio para firmar un papel de recibo. De ahí a que ka fiscal verificara mi partida de nacimiento. De ahí de vuelta al escritorio para firmar un papel que decía que se había verificado mi partida de nacimiento. De ahí a las sillas metálicas a esperar otro papel con el que tengo que recoger la cédula. Y de ahí a una cola final para indicar que recibí ese papel.

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