El Empíreo: Tres caminos para el cambio

Tres caminos para el cambio

Por Nathaly Torres

A lo largo de la historia venezolana, ilustrísimos pensadores se han encargado de llevar a papel sus ideas de las distintas épocas que ha afrontado el país. Mariano Picón Salas es uno de ellos, un ensayista, historiador, escritor, diplomático y político venezolano, quien escribió, entre tantas obras, Comprensión de Venezuela en 1949, una recopilación de ensayos que hablan de la historia de nuestro país y de la problemática que se presentó después de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez.

De tantos ensayos presentes en el libro, me llamó la atención el que se titula Auditorio de juventud, en este el autor responde a lo que en cierta ocasión le preguntaban: ¿qué era lo que él creía necesario modificar en Venezuela luego de la muerte de su último dictador (J. V. Gómez)? 

“Lo que primero necesitábamos cambiar era nuestra alma; concretamente aquella alma con que los venezolanos se oxidaron renunciaron y prolongadamente se desengañaron en el bochornoso sopor de la tiranía”, fue la respuesta de Picón Salas a aquello que preguntaban. Encontrándonos en el 2015, luego de 66 años, considero que es una solución que los venezolanos deben realizar -al encontrarnos en una situación similar a la de aquella época-, pues estos gobiernos dictatoriales que han regido a Venezuela durante los últimos 16 años si algo han ocasionado el pueblo venezolano es destruir el alma de los que habitan, quitándoles el optimismo y destruyendo toda coherencia colectiva.
La solución, el cambio se encuentra en manos de los jóvenes y este debe realizarse –como lo señala Picón Salas- en tres niveles: cultura, organización y entusiasmo.


Cultura

Luego de la muerte del dictador, a los jóvenes de la época les correspondía erigir una cultura distinta a la que por tantos años se petrificó en la sociedad. Picón Salas apunta que “muy pocas veces se pone al joven venezolano frente a una realidad nueva para que la analice y la trate; muy pocas veces se anima una investigación verdaderamente original”.

Al venezolano de aquella época –y el de ahora- no se le ha enseñado a pensar más allá de sus narices, a hacer uso de su capacidad de raciocinio y de abstracción. Los dictadores se han caracterizado por enseñar y ensalzar la historia heroica de Venezuela, dejando de lado la historia social. Por eso, es pertinente la aplicación de una “política cultural” que nos enseñe qué somos verdaderamente, que nos defina los recursos que poseemos –materiales y humanos-, que preserve los valores espirituales de cada ciudadano y que desarrolle y fortalezca una identidad cultural que nos una y nos dé sentido de pertenencia.

Organización

Es imperante que para que exista el cambio debe organizarse la juventud que durante tanto tiempo estuvo anarquizada, y esto se logra por medio de la defensa a la salud, la facilitación de su acceso a la cultura y la unificación de esta con el potente impulso moral de un destino común. 

Ante esto, Picón Salas explica que “un pueblo sano y eficiente, unificado por un fuerte ideal nacional, que tenga conciencia de su rumbo histórico, será para nosotros una riqueza más valedera que la de nuestro petróleo”.

Se necesita llevar a cabo en la sociedad venezolana del 2015, el establecimiento de una organización donde se le otorgue al ciudadano el acceso aquella cultura que le fue quitada, para que así, entre todos, podamos seguir un mismo rumbo, un mismo ideal y construir el país que merecemos y con el que soñamos.

Entusiasmo

Durante la época del gomecismo una actitud que imperaba era la del negativismo, el del no hacer, no manifestarse y no opinar; es decir una apatía general de generaciones que han sido frustradas por los regímenes dictatoriales. Una situación no muy distinta a la que atraviesa Venezuela en la actualidad, donde la dejadez y descuido se ha apoderado de muchos venezolanos que han dejado de actuar, de vivir y expresar sus ideas. 

Pero ante esto, Picón Salas nos comenta que esas formas de pensar hay que “reemplazarlas por las virtudes positivas” y agrega que “la esencia de toda gran conducta humana no consiste en renunciar, en cerrar los ojos ante el torrente de las cosas sino en conducirlas y dominarlas”. A los jóvenes nos toca la tarea de introducirnos en el país, en sus problemas para que, llenándonos de perseverancia, esmero y amor por Venezuela, logremos conducir el país hacia el destino que deseamos.



“Venezolanos más voluntariosos, de más apasionado querer, de mayor fe en sí mismos y en el destino de nuestro pueblo, son por ello los que nos hacen falta”

Mariano Picón Salas (1949)

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