Venezuela, ¿cómo vas?
Por María Gabriela Rodríguez Ivanac
Nos preguntamos frecuentemente, ¿a dónde se va Venezuela? Y es
que cada vez vemos que las cosas se ponen peor. Los de mi generación, hemos
vivido siempre así, de mal en peor y nunca mejorando. Cuando me dispuse a
entender lo que pasaba en mi país, me di cuenta que en algún momento fuimos un
país, un estado y una república digna de admiración. En mi primer artículo para
“El Empíreo” escribí que como dijo
Napoleón Bonaparte, “quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”.
Hoy puedo afirmar que, “quien no conoce la historia se auto condena a repetirla”.
¿Será ese el mal del pueblo venezolano?
En el Acta de Independencia de
Venezuela, declarada previamente el 5 de julio de 1811, se establece una nación
basada en principios republicanos y federales. Con el Acta, se empieza a dejar
de lado el discurso de la realeza y de los nobles, y se les abre paso a los
gentiles. Es preciso hacer constar, que los antecedentes de Venezuela, están
basados en formalismos, pues el estado de la sociedad occidental es romano.
Este documento, plantea las bases fundacionales para la creación de ese estado
republicano que buscaba sustituir a la monarquía española.
Cuando hablamos de “República”,
entre otras muchas cosas, nos referimos según el diccionario de la RAE, al
imperio de la ley - es decir de la constitución- y de la igualdad ante la ley.
Si nos situamos en la Venezuela del siglo XXI, podemos comprender que dicha
definición de república parece haber perdido su sentido. Actualmente la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es un simple libro usado
por el Ejecutivo Nacional para hacer valer algunas leyes para su beneficio
particular. Del mismo modo, las leyes no son usadas con igualdad, somos
testigos de que día a día el peso de las leyes cae solo sobre algunos, los
cuales me atrevería a decir que son una gran minoría, esto como consecuencia de
la no división de poderes que existe en Venezuela, la cual desde los tiempos de
la modernidad se planteaba como necesaria para limitar el poder en el momento
en que surgió la primera Constitución de Juan sin Tierra.
En el artículo 21 de nuestra
Constitución, se plantea que, “la ley
garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad
ante la ley sea real y efectiva”, pero aunque esto esté plasmada en la
Constitución, en nuestro país la igualdad ante la ley no es ni real ni
efectiva. Se puede hacer una primera
afirmación, diciendo que somos una sociedad fracasada porque hemos
perdido la característica de república.
Otro factor que sustenta la afirmación
anterior, es la pérdida del valor representativo, fundamental de la democracia
y de la república. El Estado venezolano carece de representación, pues a pesar
de poseer elecciones y de ejercer el derecho y el deber que cada uno de los
venezolanos tiene, este pueblo no se encuentra representando. Vivimos en un
país donde prevalece la anarquía. La democracia del siglo XXI no se fundamenta
en la elección de representantes y mucho menos en la manera en que se dan las
relaciones entre el gobierno y los ciudadanos. Más bien es una dictadura
disfrazada de democracia. Se realizan elecciones casi todos los años, los
ciudadanos creen estar ejerciendo su derecho libremente, pero realmente no se
respeta el concepto base de democracia, que es el gobierno del pueblo. Diariamente
se imponen medidas aunque los venezolanos no estén de acuerdo.
Parte de la crisis que padece hoy
la sociedad occidental en general y más específicamente Venezuela, es producto
del abandono de las ideas modernistas, como la idea del Estado como reflejo del
colectivo y no de una sola persona. Las grandes discusiones del Estado
venezolano están centradas en las necesidades de un grupo y no de todos.
La destrucción de la propiedad
privada y de las clases sociales, por parte del Ejecutivo Nacional, va contra
las ideas modernistas, ya que en la modernidad se establece el derecho de la
persona a ser propietario de algo. La encíclica Rerum Novarum escrita por el Sumo Pontífice León XIII en 1891,
planteaba que el ser humano es diferente por naturaleza y que la propiedad
privada es necesaria para el desenvolvimiento de una sociedad. Plantea una
disputa entre la clase obrera y los ricos, entre los que trabajan y los que
tienen el capital. La relación entre las clases sociales debería ser de
complementariedad, no de rivalidad, pues esta última solo beneficia a los
hombres turbulentos y astutos, que normalmente son quienes lideran, generando
odio entre las clases. Esto último es lo que pasa en nuestro país, los
gobernantes se han encargado de poner en pugna a las clases sociales,
polarizando y dividiendo el país de tal manera que puedan controlarlo bajo
falsos discursos y erradas medidas. La clase media en Venezuela se está viendo
totalmente golpeada, todo para que se genere su desaparición. Una vez más se
evidencia el desapego del estado venezolano por las ideas modernistas, ya que
la clase media es un factor fundamental de lo moderno. Representa la búsqueda
del punto medio entre todos los aspectos, un punto medio que una los extremos.
Todo esto es consecuencia del
deterioro de la educación en nuestro país y en todo el territorio occidental. El
producto final de la modernidad, es el privilegio de la gentileza sobre la
nobleza, eso es lo que se esconde detrás de la Universidad, la creación de
gentiles, personas capaces de entender la razón, origen y causa de las
cosas. Nuestro Ejecutivo nacional se ha
encargado de destruir y minimizar cada espacio de ilustración. Las
universidades públicas venezolanas cada vez cuentan con menos presupuesto para
mantenerse, como es el caso de la UCV y para ser más específicos del Hospital Universitario.
Las nuevas universidades del Estado, poseen un nivel académico muy bajo, que no
está a la altura de la educación que se imparte en las demás universidades del
país. Los liceos, cada vez están más sumidos en el deterioro y en la
mediocridad, mientras que los colegios privados, también han tenido que bajar
su nivel académico por exigencias de los distintos cambios en el sistema
educativo impartidos por el Ministerio de Educación. Aquí es pertinente hacer
mención a aquella frase que leí en una ponencia en la Universidad Central de
Venezuela, “morral y luces son los principales pilares”, y es que sin educación
seremos borregos de un régimen sin siquiera saberlo.
La educación es el pilar de toda
sociedad, ya que sin ella es muy fácil que un pueblo sea manipulado. Como consecuencia
del vacío educativo en nuestra población, se puede decir que hemos vuelto al
absolutismo. El Estado venezolano ha
dado un paso atrás, nuevamente vivimos un absolutismo, ya que el presidente de
turno monopoliza el poder, al igual que lo hizo Enrique XII. No hay
institucionalización, ya que se imponen los caprichos de un pequeño grupo ante
las necesidades de todo un país. Hemos caído en los mismos errores del pasado,
al no recordar que uno de los aportes de la edad moderna es la limitación del
poder, a partir de la Constitución, la cual como se hizo constar unos párrafos
más arriba, en Venezuela es solo un accesorio.
En Venezuela, el gobierno se ha
acostumbrado a alegar a la cuestión social para justificar cualquier atropello
al sistema. En la Constitución de 1999 se plantea un estado social de derecho y
de justicia, por lo tanto, cada vez que
el Estado considere que el derecho va en contra de lo social, se acude a la
justicia, como es el caso de los “Precios Justos”, que en verdad de justos, no
tienen nada. Planteaba el hecho de que no hay institucionalidad en Venezuela,
ya que estas están más allá de los hombres, y tienen el deber de hacer valer la
ley.
Decir tener una solución para la
situación que se vive en Venezuela es demasiado arriesgado. Por los
conocimientos que he adquirido a lo largo del año, puedo decir que la presencia
de los profesionales, de los intelectuales, de los gentiles, o de como se les
quiera llamar, es fundamental para el cambio. Como lo fue en su momento en la
Edad Moderna, cuando los intelectuales del Estado Llano generaron la chispa,
mediante el desarrollo de nuevas ideas, de
la generación del cambio de mitad de la Edad Moderna hasta el final. La
clase media es fundamental para la creación de un cambio en la sociedad
venezolana, ya que desde las épocas modernistas, se ha hecho constar que la
sobrevivencia de la sociedad occidental es prácticamente imposible sin la
existencia de la clase media, es por eso que este gobierno, apoyándose en el
marxismo, quiere verla desaparecer. La presencia de las ideas también es
fundamental para la generación de un cambio. Diariamente nos preguntamos dónde
están las ideas del Ejecutivo nacional, pero también sería pertinente
preguntarnos, dónde están las ideas de la Mesa de la Unidad Democrática, cómo
se puede generar un cambio sin dar a conocer las ideas. Para generar un cambio
es necesario conocer a plenitud el cuerpo social, como lo hacía por ejemplo Rómulo
Gallegos, quién escribió una novela sobre el llano venezolano, como si
perteneciera a esas tierras.
En Venezuela tenemos la necesidad
de recobrar el pacto que le daba relevancia a la Constitución y que existía en
la Venezuela democrática. Actualmente, en la Venezuela postdemocrática, ese
pacto está roto. El demócrata debe atender al bienestar del todo, ver los
elementos del cuerpo social como complementarios, debe reivindicar los derechos y
hacer valer la ley ante todos. Debemos recobrar la Venezuela que prometía
futuro y esperanza para todo los ciudadanos, y eso solo sucederá en la medida
que fortalezcamos la educación en la sociedad venezolana.
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