La culpa es de la vaca
¿Qué
es el empíreo?
¿Escucho
usted alguna vez está palabra?
Mientras pensaba cómo
hago un discurso que valga la pena alguna vez leer ante un podio, recordé el
mal chiste del “cliché” y cómo siempre evitamos caer en él, y nos pasamos la
vida inventando nuevas ideas y formas de darle la vuelta al mensaje para no ser
uno más del montón, pero, algo llamó mi atención. Volví en el tiempo unos 9 meses y me vi a mí
misma, sentada en un pupitre, con la mirada vacía y las manos en la mesa,
pensando en que esté sería el año del cambio, tengo nuevas metas y me propongo
luchar por conseguirlas. 9 meses después siento que no paso el tiempo y yo sigo
sentada en aquel pupitre.
Mi caminar por los
pasillos de la institución me parecen pesados y ¿cómo no? Aquel primer día un
llamado de atención rompió mi silencio y me hizo pesar ¿escuchó alguna vez la
palabra empíreo? Rápidamente lo negué. Horas más tarde me encontré escuchando
el Himno Nacional ¿triste no? Estudiante desde que tengo uso de razón y no pude
recordar aquella palabra que me hacían repetir como loro en el liceo, todas las
mañanas frente a la bandera. Entonces, volvamos al presente y permítame explicarme
un poco mejor. Para mi discurso elegí este comienzo no con la esperanza de
crear una profunda reflexión, simplemente decidí no huir del cliché. A fin de
cuentas, quiero enfocar mi ira incontrolable en una forma de ayudar y no de
perjudicar.
Hablo de ira gracias a
los acontecimientos por los que atraviesa hoy nuestro país, es que ni porque
existan miles de libros orientados a crear conciencia y advertir del peligro de
un Estado autocrático, las cosas cambian. Hare uso de la comunicación y de un
canal de televisión en específico: “nada
cambia, si tú no cambias.” Uso esta frase porque en gran medida es
cierto, también tiene mucho de certero que no puedes obligar a las personas a
cambiar, tampoco puedes eliminar el
mal con tus propias manos, solución dada por un culto autor, el señor Vittorio
Alfieri (1749- 1803) en su libro “De la tiranía” publicado en 1800, libro que nació
gracias a la incógnita ¿qué es la tiranía? y nos expone su principal móvil, el miedo. Y de
nuevo caemos en mi punto: a lo largo de los años han existido personajes
ilustres que dedican su vida a combatir la tiranía desde sus escritos, su arte
o hasta su cuerpo, pero aún así el mal logra triunfar y enceguecer a la
audiencia, parece increíble cómo juegan con nosotros tal marionetas y allá,
arriba esta el sonriente guasón con los labios estirados hasta agrietar y los
dientes apretados en una mueca fantasmal. Nuestro hábil titiritero nos está
manipulando.
Aunque ya sabemos a
dónde lleva la crítica escrita, nos encontramos tras un computador, usando las
pocas neuronas que nos quedan y agradeciendo a las cátedras que vemos día a
día, el darnos la oportunidad de tener conciencia de saber leer e interpretar
para poder crear nuestros propios juicios de valor ante la realidad, que es una
y no precisamente la que nos quieren hacer creer aquellos en el poder. Quizá suene
chocante lo que diré a continuación pero,
estoy usando mi derecho natural
de libertad, aquel que vendí a ciegas para que se formara el tan necesario contrato social del Sr. Rousseau. Otro documento
necesario para la vida en sociedad, cosa perdida en mi amada patria.
Quizá fallamos
nosotros, en no ayudar a nuestros dirigentes e introducirlos al llamado mundo
culto, si fuera mi tarea creo que comenzaría con la encíclica rerum novarum ¿Por qué? Bueno allí nuestro inteligentísimo Papa
León XIII expone lo necesario que es el bien propio y privado, deja claro lo
necesario que es para el ser humano “tener” a diferencia de cómo ven el mundo
unos que otros, no es que sea yo una mercantilista de primera mano, sólo no
creo en el falso comunismo para muchos, y la fabulosa vida de Paris Hilton que
llevan unos pocos.
Les haría conocer el
grandioso desenlace de Utopía de mi gran amigo Tomás Moro (1478-1535) a mi
casi me da un infarto mientras iba pasando las páginas, luego entendí que mi
pensamiento estaba del lado correcto de la línea y que gracias a mi actitud
reacia a los cuentos de hadas, nunca pudieron lavar mi precioso cerebro en
crecimiento.
Entonces, vamos a poner
este vómito verbal en orden. Si quiere mi juicio, lo que pasa hoy en día es
gracias a nosotros mismos. Hay ciertas opiniones en las redes sociales que me
disgustan por ejemplo: “este es un país de
porquería” por mucho tiempo esa frase fue la galardonada en mi portal web,
hasta que un día vi un mensaje que ilumino mi cara y me hizo pensar: aún quedamos
seres críticos y románticos “no existe
tal país de porquería, existe gente de porquería que no trabaja por mejorarlo
sino que pasa su día culpando de todo a los demás” si, esta es mi posición.
El Gobierno “socialista”
que dirige nuestro país hoy en día tiene el poder de infligir el miedo en los
ciudadanos, porque nosotros mismo se los hemos permitido. Para nosotros no están
ocultos los escritos de estos y muchos más autores que se dedicaron a desmentir
al farsante ¿porqué no leemos más y dejamos de culpar a otros de nuestro error?
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