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miércoles, 17 de junio de 2015

Venezuela, ¿cómo vas?

Por María Gabriela Rodríguez Ivanac

Nos preguntamos frecuentemente, ¿a dónde se va Venezuela? Y es que cada vez vemos que las cosas se ponen peor. Los de mi generación, hemos vivido siempre así, de mal en peor y nunca mejorando. Cuando me dispuse a entender lo que pasaba en mi país, me di cuenta que en algún momento fuimos un país, un estado y una república digna de admiración. En mi primer artículo para “El Empíreo” escribí que como dijo Napoleón Bonaparte, “quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”. Hoy puedo afirmar que, “quien no conoce la historia se auto condena a repetirla”. ¿Será ese el mal del pueblo venezolano?

En el Acta de Independencia de Venezuela, declarada previamente el 5 de julio de 1811, se establece una nación basada en principios republicanos y federales. Con el Acta, se empieza a dejar de lado el discurso de la realeza y de los nobles, y se les abre paso a los gentiles. Es preciso hacer constar, que los antecedentes de Venezuela, están basados en formalismos, pues el estado de la sociedad occidental es romano. Este documento, plantea las bases fundacionales para la creación de ese estado republicano que buscaba sustituir a la monarquía española.

Cuando hablamos de “República”, entre otras muchas cosas, nos referimos según el diccionario de la RAE, al imperio de la ley - es decir de la constitución- y de la igualdad ante la ley. Si nos situamos en la Venezuela del siglo XXI, podemos comprender que dicha definición de república parece haber perdido su sentido. Actualmente la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es un simple libro usado por el Ejecutivo Nacional para hacer valer algunas leyes para su beneficio particular. Del mismo modo, las leyes no son usadas con igualdad, somos testigos de que día a día el peso de las leyes cae solo sobre algunos, los cuales me atrevería a decir que son una gran minoría, esto como consecuencia de la no división de poderes que existe en Venezuela, la cual desde los tiempos de la modernidad se planteaba como necesaria para limitar el poder en el momento en que surgió la primera Constitución de Juan sin Tierra.

En el artículo 21 de nuestra Constitución, se plantea que, “la ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva”, pero aunque esto esté plasmada en la Constitución, en nuestro país la igualdad ante la ley no es ni real ni efectiva. Se puede hacer una primera  afirmación, diciendo que somos una sociedad fracasada porque hemos perdido la característica de república.

Otro factor que sustenta la afirmación anterior, es la pérdida del valor representativo, fundamental de la democracia y de la república. El Estado venezolano carece de representación, pues a pesar de poseer elecciones y de ejercer el derecho y el deber que cada uno de los venezolanos tiene, este pueblo no se encuentra representando. Vivimos en un país donde prevalece la anarquía. La democracia del siglo XXI no se fundamenta en la elección de representantes y mucho menos en la manera en que se dan las relaciones entre el gobierno y los ciudadanos. Más bien es una dictadura disfrazada de democracia. Se realizan elecciones casi todos los años, los ciudadanos creen estar ejerciendo su derecho libremente, pero realmente no se respeta el concepto base de democracia, que es el gobierno del pueblo. Diariamente se imponen medidas aunque los venezolanos no estén de acuerdo.

Parte de la crisis que padece hoy la sociedad occidental en general y más específicamente Venezuela, es producto del abandono de las ideas modernistas, como la idea del Estado como reflejo del colectivo y no de una sola persona. Las grandes discusiones del Estado venezolano están centradas en las necesidades de un grupo y no de todos. 

La destrucción de la propiedad privada y de las clases sociales, por parte del Ejecutivo Nacional, va contra las ideas modernistas, ya que en la modernidad se establece el derecho de la persona a ser propietario de algo. La encíclica Rerum Novarum escrita por el Sumo Pontífice León XIII en 1891, planteaba que el ser humano es diferente por naturaleza y que la propiedad privada es necesaria para el desenvolvimiento de una sociedad. Plantea una disputa entre la clase obrera y los ricos, entre los que trabajan y los que tienen el capital. La relación entre las clases sociales debería ser de complementariedad, no de rivalidad, pues esta última solo beneficia a los hombres turbulentos y astutos, que normalmente son quienes lideran, generando odio entre las clases. Esto último es lo que pasa en nuestro país, los gobernantes se han encargado de poner en pugna a las clases sociales, polarizando y dividiendo el país de tal manera que puedan controlarlo bajo falsos discursos y erradas medidas. La clase media en Venezuela se está viendo totalmente golpeada, todo para que se genere su desaparición. Una vez más se evidencia el desapego del estado venezolano por las ideas modernistas, ya que la clase media es un factor fundamental de lo moderno. Representa la búsqueda del punto medio entre todos los aspectos, un punto medio que una los extremos.

Todo esto es consecuencia del deterioro de la educación en nuestro país y en todo el territorio occidental. El producto final de la modernidad, es el privilegio de la gentileza sobre la nobleza, eso es lo que se esconde detrás de la Universidad, la creación de gentiles, personas capaces de entender la razón, origen y causa de las cosas.  Nuestro Ejecutivo nacional se ha encargado de destruir y minimizar cada espacio de ilustración. Las universidades públicas venezolanas cada vez cuentan con menos presupuesto para mantenerse, como es el caso de la UCV y para ser más específicos del Hospital Universitario. Las nuevas universidades del Estado, poseen un nivel académico muy bajo, que no está a la altura de la educación que se imparte en las demás universidades del país. Los liceos, cada vez están más sumidos en el deterioro y en la mediocridad, mientras que los colegios privados, también han tenido que bajar su nivel académico por exigencias de los distintos cambios en el sistema educativo impartidos por el Ministerio de Educación. Aquí es pertinente hacer mención a aquella frase que leí en una ponencia en la Universidad Central de Venezuela, “morral y luces son los principales pilares”, y es que sin educación seremos borregos de un régimen sin siquiera saberlo.
La educación es el pilar de toda sociedad, ya que sin ella es muy fácil que un pueblo sea manipulado. Como consecuencia del vacío educativo en nuestra población, se puede decir que hemos vuelto al absolutismo. El Estado  venezolano ha dado un paso atrás, nuevamente vivimos un absolutismo, ya que el presidente de turno monopoliza el poder, al igual que lo hizo Enrique XII. No hay institucionalización, ya que se imponen los caprichos de un pequeño grupo ante las necesidades de todo un país. Hemos caído en los mismos errores del pasado, al no recordar que uno de los aportes de la edad moderna es la limitación del poder, a partir de la Constitución, la cual como se hizo constar unos párrafos más arriba, en Venezuela es solo un accesorio.

En Venezuela, el gobierno se ha acostumbrado a alegar a la cuestión social para justificar cualquier atropello al sistema. En la Constitución de 1999 se plantea un estado social de derecho y de justicia, por lo tanto,  cada vez que el Estado considere que el derecho va en contra de lo social, se acude a la justicia, como es el caso de los “Precios Justos”, que en verdad de justos, no tienen nada. Planteaba el hecho de que no hay institucionalidad en Venezuela, ya que estas están más allá de los hombres, y tienen el deber de hacer valer la ley.

Decir tener una solución para la situación que se vive en Venezuela es demasiado arriesgado. Por los conocimientos que he adquirido a lo largo del año, puedo decir que la presencia de los profesionales, de los intelectuales, de los gentiles, o de como se les quiera llamar, es fundamental para el cambio. Como lo fue en su momento en la Edad Moderna, cuando los intelectuales del Estado Llano generaron la chispa, mediante el desarrollo de nuevas ideas, de  la generación del cambio de mitad de la Edad Moderna hasta el final. La clase media es fundamental para la creación de un cambio en la sociedad venezolana, ya que desde las épocas modernistas, se ha hecho constar que la sobrevivencia de la sociedad occidental es prácticamente imposible sin la existencia de la clase media, es por eso que este gobierno, apoyándose en el marxismo, quiere verla desaparecer. La presencia de las ideas también es fundamental para la generación de un cambio. Diariamente nos preguntamos dónde están las ideas del Ejecutivo nacional, pero también sería pertinente preguntarnos, dónde están las ideas de la Mesa de la Unidad Democrática, cómo se puede generar un cambio sin dar a conocer las ideas. Para generar un cambio es necesario conocer a plenitud el cuerpo social, como lo hacía por ejemplo Rómulo Gallegos, quién escribió una novela sobre el llano venezolano, como si perteneciera a esas tierras.

En Venezuela tenemos la necesidad de recobrar el pacto que le daba relevancia a la Constitución y que existía en la Venezuela democrática. Actualmente, en la Venezuela postdemocrática, ese pacto está roto. El demócrata debe atender al bienestar del todo, ver los elementos del cuerpo social como complementarios, debe reivindicar los derechos y hacer valer la ley ante todos. Debemos recobrar la Venezuela que prometía futuro y esperanza para todo los ciudadanos, y eso solo sucederá en la medida que fortalezcamos la educación en la sociedad venezolana.

Imágenes de: lacima967fm.com / Juan Andrés Parra


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