La reciente victoria de la selección venezolana de fútbol
ante su par colombiana en las preliminares de la Copa América es un paso
adelante para todo el país. No porque Colombia sea el enemigo, sino porque los
venezolanos necesitamos esa unión.
Muchos dicen que la agenda futbolística distrae al pueblo de
la problemática crítica y bastante real de nuestra nación, pero yo pienso que
tal vez es un mal necesario. Tener una pasión no sólo nos da algo de qué
hablar, no es solamente una quiniela; es una meta de todo el país. Es una
carrera, es un escalofrío, es algo por lo que puja hasta el menos interesado en
fútbol.
Los sembradores de cenizas, como lo pone Augusto Mijares en
Lo afirmativo venezolano, son aquellos que encuentran el mal en cada cosa
buena; los que siembran ideas sombrías que se ocultan detrás de fantasmas
contra los que luchamos toda la vida. La unión de Venezuela es uno de esos
fantasmas.
No son pocos los que han intentado separar a un país en dos
mitades aparentemente opuestas. Se ponen nombres a unos y otros, se distribuyen
culpas y los más extremistas quedan ciegos de la realidad que tienen al frente.
Caen en el juego de quienes pretenden enfrentarnos.
Venezuela es una sola. No todos somos iguales pero en esa
desigualdad está la riqueza. Creamos una mezcla única de razas y creencias, un
conjunto de culturas y valores que fundamentan el amor que sentimos por nuestro
país y por nuestra camiseta vinotinto. No perdamos de vista el arco.
Fuera con la necedad y las ínfulas de superioridad, con los paradigmas
de virtudes opuestas, con los mártires Bolivarianos. Basta de humillarnos a
nosotros mismos. Que acaben los discursos déspotas y crueles en falso nombre de
la patria. No nos dejemos contagiar. Necesitamos volver a la reconstrucción
moral y política de los años 1800, cuando se pretendía crear un país nuevo. La
clave está en la integración.
Si siempre un pensador
deja para la posteridad su testimonio de bondad, desinterés y justicia,
podemos ser nosotros. Demos un paso al frente los que queremos defender a
Venezuela de los mismos venezolanos que blasfeman sobre su tierra, los que
creen que están por encima de su nacionalidad precisamente porque la rebajan,
que sacrifican su honradez en nombre de su ego. Ni siquiera de aquéllos debemos
separarnos. Tenemos que incluirlos en nuestro hacer moral y deslumbrarlos con
la realidad del país que compartimos. El anhelo de la patria es más grande que
todas sus debilidades.
“La más evidente de esas causas es el contraste que debió afrontar la
conciencia nacional cuando nuestros infortunios políticos y la miseria del
país, produjeron a mediados del siglo pasado la caída vertiginosa de la
República en relación con las aspiraciones colectivas de regularidad legal,
probidad administrativa, libertad y cultura, que hasta entonces se habían
mantenido intactas. Desde el propio siglo XVIII venían aquellos ideales, y el
deseo de realizarlos fue el núcleo espiritual que dio nacimiento a la Patria.”
Este año aprendí mucho sobre mi país y me di cuenta de que
debemos aferrarnos a él como a sus raíces. Aprendí que somos más los que
queremos salir adelante, que juntos logramos más, que siempre debemos mirar
atrás para saber qué hacer y qué no hacer; porque en las ideas se encuentra la
salida, ¿Dicen que no tenemos un propósito? Pues helo aquí: la reunión.
El gol de Rondón es el gol de toda Venezuela. Héroe es el que resiste cuando los otros
ceden.
Ricardo Di Venere
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