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sábado, 29 de noviembre de 2014

Pesimismo VS. Optimismo “Lo afirmativo venezolano”


Por: Natalia Torres de Ponte. 

Qué fácil es decir amar algo y con tus acciones demostrar lo contrario, qué fácil es criticar los demás sin ponerse en sus zapatos, qué fácil es apuntar al otro cuando tú mismo no haces nada.

En los últimos tiempos, una materia que curso en la universidad me ha hecho reflexionar mucho, no solo en contenido sino que me ha hecho pensar en cosas de la vida, en como desconozco mi entorno, en cómo el saber mis orígenes me ayuda en el futuro y cómo crecer como persona.

Hace unas clases, el profesor nos leyó un párrafo de Augusto Mijares “Lo afirmativo venezolano”, donde Mijares nos hace un llamado a ver la historia de Venezuela a través de sus virtudes y quiere sembrar el concepto de creer en nosotros, en nuestras capacidades como pueblo. Donde debemos ver lo que ya hicimos, lo que hemos dejado de hacer, lo que hemos gozado, lo que hemos sufrido y cómo unirnos para combatir aquellos males a los cuales estamos propensos y entre esos males se encuentra la autocracia militarista, el desorden, el desacato a la ley y un cierto pesimismo.

Pesimismo, este es el punto al cual quería llegar, este se entiende por un estado de ánimo en el cual se piensa siempre lo peor, solo se ve el lado malo de todo y es completamente opuesto al optimismo. Con frecuencia, escucho a personas de mi entorno quejándose de la situación del país, diciendo en las infinitas colas del mercado que Venezuela no tiene solución, que no hay eso o aquello. Ojo, no solo quejas políticas, también oímos la frase: Típico, estamos en Venezuela. Sin mucho análisis puedo decir que los venezolanos y todos los que estamos aquí sufrimos un estilo de pesimismo, estamos cansados y lo único que logramos ver es lo que está mal, todo de afuera es mejor, nada tiene salida. Ahora les pregunto: ¿Podemos seguir adelante con ese pesimismo encima?, ¿Podemos seguir sin dar valor a lo que realmente es importante? La respuesta es simple, NO, no es posible seguir así, Mijares en ese sentido nos dice que hay que ver lo “Afirmativo venezolano”, el lado positivo de las cosas, creer en nuestro potencial para el cambio.

En lugar de quejarnos del clima, pensemos que pocos países del mundo disfrutan un clima tropical todo el año y cuentan con un frio sabroso en diciembre. También podemos ver las bellezas naturales del país, el Ávila, por ejemplo, es hermoso por la mañana, una arepa a cualquier hora del día, la alegría de la gente, los logros del cine nacional, los poetas y escritores venezolanos que tantas veces quedaron en el olvido. Conociendo el pasado y valorando lo que ya se ha logrado en estas tierras, créanme que nuestro principal propósito será trabajar por la patria, para que podamos desarrollarnos con libertad, justicia y que se hagan valer nuestros derechos.

Ahora, ¿cómo logramos cambiar nuestra visión? Eso depende solo de nosotros mismos, poner un poco de nuestra parte para no caer en el error de creer que todo es malo, aumentando el interés en las situaciones del país y pensando que es necesario un cambio de conducta y pensamiento podremos alcanzar el optimismo y como consecuencia la transformación que queremos. Siempre hay una luz al final del camino. 

Todo en la vida tiene su lado bueno y malo. Por lo tanto, si hay que fijarse en uno de los dos mejor es ver el lado afirmativo, es decir, positivo de Venezuela, y luego sabiendo equilibrar ambos lados podemos decir con propiedad: Yo amo a Venezuela y lucho por ella, porque amo sus cualidades y sus defectos haré lo posible por extinguirlos. 





La Balanza

Por Patricia Fernández Schrunder

Conocemos la balanza como un instrumento que consta de una palanca con brazos iguales que permite medir las masas a través del equilibrio de los pesos de los objetos.  Este instrumento que data aproximadamente del año 3500 antes de Cristo es usado simbólicamente para dar a entender variadas condiciones de equilibrio que han de existir en las sociedades contemporáneas. Un ejemplo de este simbolismo que puede dar el artefacto es aquel hallado en la justicia y el derecho, sin embargo nos enfocaremos en el equilibrio social, el cual se puede alcanzar a través de la complementariedad.

El estado de equilibrio debe ser la base de la vida social de las diferentes sociedades. Si nos inclinamos más hacia un lado, se pierde el balance. Esto no puede, o más bien, no debe suceder, puesto a que todas las partes (o personas) que conforman una comunidad (o sociedad) son necesarias para el avance de la misma.

No se puede pretender que una sociedad en la cual la mayoría de sus miembros pertenezcan a una misma clase social, o realicen el mismo trabajo es lo ideal. El pretender que todos seamos iguales es negar las habilidades y capacidades individuales que caracterizan a  cada uno de nosotros como seres propios. No todos podemos ser ingenieros, pero unos si pueden ser periodistas, plomeros, computistas, empresarios, y demás. Hay una necesidad social que le pide a los individuos destacarse en el área que deseen, pues todos son un engranaje significativo para el correcto funcionamiento de la sociedad.

Ahora bien, ¿por qué el desbalance social llega a suceder? Si bien puede haber muchos factores causantes del desequilibrio, consideraría el más importante el odio entre las personas pertenecientes a diferentes grupos de la sociedad generado por hombres manipuladores que buscan perturbar el orden para conquistar sus objetivos egoístas. Las diferencias entre los individuos pueden generarse por muchas razones, ya sea porque unos tienen un capital mayor en comparación a otros, o ideologías políticas diferentes; incluso hasta paradigmas del pensamiento contrarios. Los hombres turbulentos se percatan de estas pequeñas situaciones y las utilizan para volverlas magnas, dirigiéndolas hacia el rencor, causando oposiciones entre los grupos de la sociedad que, en vez de luchar los unos a los otros, deben trabajar en conjunto para evitar apariciones de tales hombres crueles que no se interesan más que en sí mismos.

Ahora queda en cada uno de nosotros darnos cuenta de esto: Debemos hacer una balanza de nuestras vidas sociales. Hay que generar luces para evitar encuentros con los manipuladores. Tenemos que hacer del rencor u odio la excepción y de la complementariedad la regla.



viernes, 28 de noviembre de 2014

Y tú, ¿eres un zombi más?

Por Anakarina Fajardo.


Todo surgió de una idea, de un deseo… Ella nació bajo el anhelo de la enseñanza y en nombre de la aspiración por el aprendizaje… En el Medioevo, la Universidad abrió caminos y difundió la luz del saber entre gentiles que, sin poder gozar de la exclusividad clériga de integrarse a una escuela, no aplacaron su sed de conocimiento y persistieron en su interés por poseer un espacio donde se fomentaran la instrucción y el adiestramiento. Se explica en el Artículo 1 de la Ley de Universidades de Venezuela que "la Universidad es fundamentalmente una comunidad de intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre". (1970: 1). 

El claustro universitario floreció a causa de la curiosidad por entender racionalmente los misterios de la fe y gracias a las ansias humanas de alcanzar la realización; sin embargo, pareciera que mientras más se facilita la subsistencia del hombre, es menor su interés por crecer, progresar y hacer suyos los valores y los principios de su comunidad. Irónico, ¿no? Si bien la actualidad es el producto de un recorrido histórico en el que cada época consiguió dejar significativos legados a la humanidad, ningún instante es igual a otro; no obstante, hoy día nos encontramos frente a un fenómeno de dejadez y apatía en el que pareciese que el individuo, específicamente el estudiante, actúa por inercia, ignora su identidad y, en vez de disfrutar del estudio de lo que le apasiona y de aprovechar las innumerables oportunidades que le brinda la contemporaneidad, da por sentado que no tiene por qué exigirse más, ya que considera tener "la vida resuelta". Se contempla al alumno promedio como una máquina limitada a cumplir con lo que se le exige académicamente y a repetir al pie de la letra las informaciones percibidas, por lo que el sujeto en formación carece del pensamiento reflexivo necesario para la elaboración de un discurso propio y la defensa de su país, de su familia, de sí mismo. 

ATENCIÓN: ¡Un creciente ejército zombi está llenando las universidades! No es un escuadrón de engendros terroríficos que se alimentan de cerebros humanos; ¡mucho peor! Nuestras aulas están siendo ocupadas por seres que, de seguir así, no representarán nunca una utilidad para la sociedad sino que contribuirán con su desmoronamiento. 

Me dirijo a ti, apreciado alumno, porque reconozco tu potencial y sé que tú y yo aún estamos formándonos para enfrentarnos al mundo marcando la diferencia. ¡Luchemos contra ese gran batallón de indolentes y no seamos parte de la amenaza social! Lee con cuidado y sin solución de continuidad…

Si no sabemos cómo procede la enfermedad, nunca podremos detenerla. Por ello, es requerido que tomemos en cuenta, compañero, que muchos de estos zombis se dejan llevar por el anticuado prejuicio de que tener una buena posición social y económica influye directamente en el aprendizaje; la verdad es que, aunque eso facilita el acceso a algunos medios informativos, el interés no tiene precio y quien quiere también puede. También hay que aceptar que gran parte del deseo por aprender es fomentado por la actitud y la metodología de instrucción del educador, pero ninguno puede sembrar dudas ni enseñar si el otro no quiere ser curioso ni aprender; cualquiera se harta de no ser escuchado y todos somos humanos. Además, ¿de qué vale justificarse con la frase "Si el profesor no se esfuerza, yo no tengo por qué hacerlo"? Si bien él es una respetada fuente de información que no solo emana datos sino que imparte valores, sus aspiraciones y prioridades no deben limitar las de un alumno, puesto que nadie puede permitir que sus metas se vean opacadas por las del prójimo. 

El ilustre poeta Rubén Osorio Canales (2006) dijo una vez: "¿Cómo estar de pie, en todo instante, si la sombra cae y se aleja, si la palabra pierde su imperio y solo quedan ruidos sordos que nada dicen?". ¡Nada más verídico! Es totalmente imposible que una sociedad venza adversidades y progrese sin antes conocerse, amarse y defenderse. Nosotros, los estudiantes universitarios, debemos despertar, ampliar nuestro criticismo y dejar de ser parte de ese ejército zombi que sin piedad nos destruye, ya que tenemos la obligación de luchar por lo nuestro y de hacer honrado uso de lo único que ningún tercero puede quitarnos: la educación.


IMAGEN: GUÍA DE UNIVERSIDADES.

Fundamentos

Por: Fabianna Lovera

"Todas las precauciones del tirano pueden clasificarse en tres grupos, pudiendo decirse que todos sus medios de salvación se agrupan alrededor de estas tres bases: producir la desconfianza entre los ciudadanos, debilitarles y degradarlos moralmente”. (Aristóteles, Política, p.p. 552-553)

Al contextualizar los fundamentes de Atistételes con la realidad de algunos países de Latinoamérica podríamos afirmar que son muy coincidentes dichas apreciaciones sobre los gobiernos tiránicos del pasado y la situación política latinoamericana, en donde se observa gran parecido en el accionar de algunos gobiernos latinoamericanos como son entre otros los de Cuba y Venezuela, porque no podemos decir que todos los gobiernos de centro y sur américa manejan el mismo estilo. En el caso de Venezuela su gobierno está más involucrado con las prácticas que menciona Aristóteles.

Tantos años bajo este esquema de vida mantiene desmoralizados a la gran mayoría de venezolanos, los niveles de frustración son altos ante la imposibilidad de lograr un cambio de pensamiento tanto en las masas como en los gobernantes de turno.

La destrucción de la economía comenzando por la principal industria de Venezuela (PDVSA), la industria automotriz, la agroindustria y el comercio mantienen a los venezolanos sumidos en una profunda crisis económica, donde la escasez y una inflación galopante mantiene a las familias venezolanas, reinventando cada día la manera de subsistir haciendo escaso el tiempo para otras actividades sociales y recreativas, manteniendo desconectada a la población.

A tal situación se le suma la inseguridad que mantiene a la gente encerrada o desprotegida cuando sale de su casa, cada vez tenemos menos oportunidades para salir del país, las divisas no alcanzan para cubrir todas las expectativas de desarrollo, esparcimiento y culturización de los individuos, lo que se traduce en debilidad, desmoralización y desconfianza ante un gobierno incapaz de satisfacer las necesidades básicas, entiéndase, comida, vestido, calzado, entretenimiento, salud, educación y vivienda.

Si bien es cierto que el gobierno hace lo imposible por hacer creer al pueblo que cada día está mejor y más eficiente, la situación diaria nos muestra todo lo contrario. Pareciera que Aristóteles hablara sobre Venezuela, ya que nada que oprima las libertades individuales de cada quien no puede tener algo positivo.

“En la Constitución vigente, se define en su artículo 2 a Venezuela como un Estado democrático y social de derecho y justicia, donde prevalecen la libertad, la igualdad, la solidaridad, la democracia y el pluralismo político. El gobierno ha venido separándose peligrosamente de esos principios y, guiado por el dogma del marxismo-leninismo. Ha concentrado todos los poderes en sus manos, ello en nombre de los supuestos intereses del pueblo pobre, de los necesitados y los oprimidos lo que se muestra como ventaja para que prevalezca la tiranía, ya que el poder absoluto lleva a un autoritarismo” – Angélica Mora. Venezuela: a un paso de la tiranía.