Por: Natalia Torres de Ponte.
Qué fácil es decir amar algo y con tus acciones demostrar lo contrario, qué fácil es criticar los demás sin ponerse en sus zapatos, qué fácil es apuntar al otro cuando tú mismo no haces nada.
En los últimos tiempos, una materia que curso en la universidad me ha hecho reflexionar mucho, no solo en contenido sino que me ha hecho pensar en cosas de la vida, en como desconozco mi entorno, en cómo el saber mis orígenes me ayuda en el futuro y cómo crecer como persona.
Hace unas clases, el profesor nos leyó un párrafo de Augusto Mijares “Lo afirmativo venezolano”, donde Mijares nos hace un llamado a ver la historia de Venezuela a través de sus virtudes y quiere sembrar el concepto de creer en nosotros, en nuestras capacidades como pueblo. Donde debemos ver lo que ya hicimos, lo que hemos dejado de hacer, lo que hemos gozado, lo que hemos sufrido y cómo unirnos para combatir aquellos males a los cuales estamos propensos y entre esos males se encuentra la autocracia militarista, el desorden, el desacato a la ley y un cierto pesimismo.
Pesimismo, este es el punto al cual quería llegar, este se entiende por un estado de ánimo en el cual se piensa siempre lo peor, solo se ve el lado malo de todo y es completamente opuesto al optimismo. Con frecuencia, escucho a personas de mi entorno quejándose de la situación del país, diciendo en las infinitas colas del mercado que Venezuela no tiene solución, que no hay eso o aquello. Ojo, no solo quejas políticas, también oímos la frase: Típico, estamos en Venezuela. Sin mucho análisis puedo decir que los venezolanos y todos los que estamos aquí sufrimos un estilo de pesimismo, estamos cansados y lo único que logramos ver es lo que está mal, todo de afuera es mejor, nada tiene salida. Ahora les pregunto: ¿Podemos seguir adelante con ese pesimismo encima?, ¿Podemos seguir sin dar valor a lo que realmente es importante? La respuesta es simple, NO, no es posible seguir así, Mijares en ese sentido nos dice que hay que ver lo “Afirmativo venezolano”, el lado positivo de las cosas, creer en nuestro potencial para el cambio.
En lugar de quejarnos del clima, pensemos que pocos países del mundo disfrutan un clima tropical todo el año y cuentan con un frio sabroso en diciembre. También podemos ver las bellezas naturales del país, el Ávila, por ejemplo, es hermoso por la mañana, una arepa a cualquier hora del día, la alegría de la gente, los logros del cine nacional, los poetas y escritores venezolanos que tantas veces quedaron en el olvido. Conociendo el pasado y valorando lo que ya se ha logrado en estas tierras, créanme que nuestro principal propósito será trabajar por la patria, para que podamos desarrollarnos con libertad, justicia y que se hagan valer nuestros derechos.
Ahora, ¿cómo logramos cambiar nuestra visión? Eso depende solo de nosotros mismos, poner un poco de nuestra parte para no caer en el error de creer que todo es malo, aumentando el interés en las situaciones del país y pensando que es necesario un cambio de conducta y pensamiento podremos alcanzar el optimismo y como consecuencia la transformación que queremos. Siempre hay una luz al final del camino.
En los últimos tiempos, una materia que curso en la universidad me ha hecho reflexionar mucho, no solo en contenido sino que me ha hecho pensar en cosas de la vida, en como desconozco mi entorno, en cómo el saber mis orígenes me ayuda en el futuro y cómo crecer como persona.
Hace unas clases, el profesor nos leyó un párrafo de Augusto Mijares “Lo afirmativo venezolano”, donde Mijares nos hace un llamado a ver la historia de Venezuela a través de sus virtudes y quiere sembrar el concepto de creer en nosotros, en nuestras capacidades como pueblo. Donde debemos ver lo que ya hicimos, lo que hemos dejado de hacer, lo que hemos gozado, lo que hemos sufrido y cómo unirnos para combatir aquellos males a los cuales estamos propensos y entre esos males se encuentra la autocracia militarista, el desorden, el desacato a la ley y un cierto pesimismo.
Pesimismo, este es el punto al cual quería llegar, este se entiende por un estado de ánimo en el cual se piensa siempre lo peor, solo se ve el lado malo de todo y es completamente opuesto al optimismo. Con frecuencia, escucho a personas de mi entorno quejándose de la situación del país, diciendo en las infinitas colas del mercado que Venezuela no tiene solución, que no hay eso o aquello. Ojo, no solo quejas políticas, también oímos la frase: Típico, estamos en Venezuela. Sin mucho análisis puedo decir que los venezolanos y todos los que estamos aquí sufrimos un estilo de pesimismo, estamos cansados y lo único que logramos ver es lo que está mal, todo de afuera es mejor, nada tiene salida. Ahora les pregunto: ¿Podemos seguir adelante con ese pesimismo encima?, ¿Podemos seguir sin dar valor a lo que realmente es importante? La respuesta es simple, NO, no es posible seguir así, Mijares en ese sentido nos dice que hay que ver lo “Afirmativo venezolano”, el lado positivo de las cosas, creer en nuestro potencial para el cambio.
En lugar de quejarnos del clima, pensemos que pocos países del mundo disfrutan un clima tropical todo el año y cuentan con un frio sabroso en diciembre. También podemos ver las bellezas naturales del país, el Ávila, por ejemplo, es hermoso por la mañana, una arepa a cualquier hora del día, la alegría de la gente, los logros del cine nacional, los poetas y escritores venezolanos que tantas veces quedaron en el olvido. Conociendo el pasado y valorando lo que ya se ha logrado en estas tierras, créanme que nuestro principal propósito será trabajar por la patria, para que podamos desarrollarnos con libertad, justicia y que se hagan valer nuestros derechos.
Ahora, ¿cómo logramos cambiar nuestra visión? Eso depende solo de nosotros mismos, poner un poco de nuestra parte para no caer en el error de creer que todo es malo, aumentando el interés en las situaciones del país y pensando que es necesario un cambio de conducta y pensamiento podremos alcanzar el optimismo y como consecuencia la transformación que queremos. Siempre hay una luz al final del camino.
Todo en la vida tiene su lado bueno y malo. Por lo tanto, si hay que fijarse en uno de los dos mejor es ver el lado afirmativo, es decir, positivo de Venezuela, y luego sabiendo equilibrar ambos lados podemos decir con propiedad: Yo amo a Venezuela y lucho por ella, porque amo sus cualidades y sus defectos haré lo posible por extinguirlos.
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