Por: María Gabriela Rodríguez Ivanac
Venezuela es un país
que tiene una trayectoria democrática relativamente nueva, pues a partir del
proceso de transición, ocurrido en el año 1958, con la caída del general Marcos
Pérez Jiménez, transcurrieron tan solo 40 años en los que la democracia se
intentó solidificar. A partir del año 1998, esa democracia entró en crisis y
actualmente muchos difieren con respecto al sistema político que rige la
nación.
Muchos se preguntan cuál
es el régimen actual que rige el sistema político venezolano, pero antes de
divagar en suposiciones, es necesario hacer énfasis en dos conceptos, el de
tiranía y el de personalismo político. Según la Real Academia de la Lengua
Española, se puede entender por tiranía, “el
gobierno ejercido por un tirano, a través del abuso o imposición en grado extraordinario
de cualquier poder, fuerza o superioridad”. Por otro lado, según el
historiador y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, Tomás Straka,
se puede entender como personalismo político, “el tipo de liderazgo que se basa
en el poder concreto de una persona, bien puede ser de un líder político o
militar, que no está fundamentado en las instituciones o en los cargos, sino en
la capacidad que esa persona tiene para ejercer poder”.
A partir de estos
conceptos, es inevitable entender que son antitéticos a la democracia y a la institucionalizad, ya que el poder no es dependiente de unas instituciones
organizadas, sino que éste se concentra en la figura de una sola persona.
Si se echa un vistazo al pasado, cada
acto en la historia de Venezuela ha sido marcado por una figura, y como lo
plasma Mario Briceño Iragorry, en su libro Mensajes
sin destino, el pueblo venezolano se ha acostumbrado a la figura del héroe
y a la necesidad de él para salir adelante. Venezuela es un país acostumbrado a
los ascensos de héroes, que se inicia con los hombres de la independencia. Según
Straka, el personalismo político arranca con la independencia, ya que es el
desmoronamiento de la institucionalizad lo que permite que las personas que
tienen la capacidad de ejercer un poder, lo ejerzan por encima de las leyes, el
ejemplo supremo de esto son los caudillos.
Oswaldo Barreto,
sociólogo y columnista del periódico Tal Cual, afirma que en cierto momento de
la historia, apareció en política, la figura del partido, del grupo, de los
organismos. Pero esto no significa que haya desaparecido la figura personalista
o del tirano, de la política venezolana. Straka añade, que en la historia de la
democracia venezolana, el peso de una trayectoria de más de 100 años de
personalismo es demasiado grande como para que la gente no ejerza el poder de
forma personalista. Los partidos siempre se han dividido en facciones, como por
ejemplo, Calderistas o Herreristas, partidos que respondían a los liderazgos de
un hombre en particular. La democracia que funciona bien, según Straka,
controla al personalismo.
Democracia según la
Real Academia de la Lengua Española es, “la doctrina política favorable a la
intervención del pueblo en el gobierno”.
Según Barreto, donde
hay individualismo y personalismo, hay una permanente amenaza a la democracia.
Rocío San Miguel, abogada especializada en derecho y política internacional,
opina que la democracia es una aspiración en permanente requerimiento por parte
de la sociedad. Asímismo, San Miguel plantea, que Venezuela vivió una imperfecta
democracia durante los años posteriores a la caída del presidente Marcos Pérez
Jiménez, ya que fue una democracia donde, en algunos momentos, las garantías estuvieron
suspendidas.
La democracia en
Venezuela parece ser un mal necesario, en el sentido de que la vemos, sabemos
que existe, pero está muy lejos de nuestra sociedad, ya que seguimos con el
mismo esquema y con los mismos vicios del personalismo. La forma de hacer
política individualista no ha desaparecido y todas las tentativas por superarla,
como por ejemplo la creación de partidos políticos, han fracasado. Una
sociedad democrática no tiene la necesidad de buscar una figura de héroe. El
fallo no está solo en quienes hacen política, sino también en un sector de la
sociedad que sigue teniendo un pensamiento personalista.
Barreto, en una entrevista realizada
para el documental universitario Democracia: Una Huella Difusa, afirmó que en Venezuela estamos muy
lejos de vivir en una democracia, que lo
que estamos viviendo es lo que se podría denominar una cleptocracia. Según la enciclopedia virtual Wikipedia, cleptocracia
es, “el
establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital,
institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político, el peculado, de forma que estas acciones delictivas quedan impunes,
debido a que todos los sectores del poder están corruptos, desde la justicia,
funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico”. El diccionario virtual Etimología, de Chile, define
este término como, “un neologismo de reciente acuñación, con el cual nos
referimos al poder político o dominio de los ladrones”. Nadie puede afirmar a
ciencia cierta cuál es el sistema político que realmente vive Venezuela en este
momento, pero lo que sí se puede afirmar es que Venezuela no vive una democracia
como la que establece el término y que quizás, nunca la ha vivido.
Venezuela no ha superado los regímenes autoritarios y personalistas, las tiranías siguen a la orden del día, como la que vivimos actualmente, que se encuentra camuflada bajo el nombre moderno de Democracia del siglo XXI. En pocas palabras, Venezuela no vive en democracia y quizás nunca ha conocido lo que es una democracia con todas las de la ley.
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