El Empíreo: La muerte moral

La muerte moral

Autor: Mariana Martínez Venegas


La muerte siempre ha estado presente en nuestras vidas, sabemos que no somos eternos, que tenemos un final. La conocemos como la separación del cuerpo y el alma o también como la “última primera experiencia”.

Sabemos que morir es el fin de nuestra vida en este mundo y que ya no hay vuelta atrás, como cuando muere un ser querido sabemos que no volverá. Pero no necesariamente tenemos que morir y que eso implique irnos físicamente, podemos seguir viviendo pero con algo muerto adentro ya sea por nuestra decisión o por la de un externo.

Esto “muerto adentro” puede ser nuestra alma por poner algo más complejo, tener pocos sentimientos, perder nuestros valores, el respeto humano… en general, la forma en como actuamos relacionado a nuestro entendimiento y conciencia…nuestra MORAL.

La moral, no es absoluta y universal, varía, es individual, tiene que ver con el espíritu y no lo físico, con el interior de cada persona y el respeto que se tenga. Es lo más preciado y lo más vulnerable, ya que puede ser herida y lesionada.

En algunos países, incluyendo el nuestro han ocurrido distintas protestas por distintos sectores y gremios de la sociedad, exponiendo una inconformidad, derivada de la mala gestión de un gobierno. Por la presencia de violaciones a los derechos humanos, corrupción, persecuciones, agresiones, mal manejo del sistema económico entre otros.

Una de las consecuencias más importantes por ejemplo son las protestas ocurridas en Venezuela, el pasado febrero de 2014, que provocaron agresiones físicas hacia los estudiantes por parte de entes de seguridad del estado.

Agresiones físicas y morales…pues fueron maltratos a la integridad de las personas, a su conciencia, a su esencia. Maltratos verbales, un daño directo al espíritu.
Pero esto tiene una razón de fondo o más bien tiene un protagonista, el gobierno, se ha encargado de pasar por encima de los valores superiores (libertad, seguridad, igualdad y solidaridad) e interpretarlos como se le da la gana.

Como un buen manipulador (tirano) y su ambición de controlar el pueblo a su manera, sabe que jamás podrá luchar contra una multitud llena de fuerza y unida pues se le hará imposible destruirla. Es por eso que se encarga de atacar el interior de cada una de las personas, lo más privado, asfixiando su moral, privándola de sus libertades y sus derechos, hasta que solo esté luchando contra una multitud abatida y sin fuerza, contra una masa.

Sin darse cuenta cada persona va perdiendo su entusiasmo y la esperanza, hasta rendirse, no le importara su moralidad, sus normas, su conocimiento de lo que debe hacer, no tendrá fuerzas para luchar y afrontar las adversidades, tendrá un empobrecimiento espiritual. Este el gran objetivo del manipulador, en este caso de los tiranos.

“La muerte moral” debería llegar cuando abandonamos este mundo, cuando dejamos nuestro cuerpo, por lo tanto nuestro cerebro y con él nuestro entendimiento y conciencia, pero podemos darnos cuenta que llega antes, a veces sin planearlo. De un día para otro nos destruyen, nos aniquilan, los golpes que tenemos fuera son los mismos de adentro, del alma. Sin la moral, no somos nada, sin ella no sabríamos como actuar en la sociedad, viene con nosotros desde que nacemos pues es el instinto de querer actuar con bondad, ya que sabemos que debemos actuar de un modo u otro para ser mejores personas.

La muerte moral, es peor que la muerte que conocemos, porque seguimos vivos pero con algo muerto adentro en nuestro espíritu, con un vacío.

Es por eso que el manipulador hace todo esto, para alimentar su fuerza y su poder, para no irse nunca, convierte a la gente en zombi que solo actúan por inercia, en una masa… sustituye la cualidad por la cantidad. 

Contra esta muerte, es necesaria la identidad y los valores, la permanencia de la dignidad y la transparencia al actuar. Construir un suelo fértil y firme donde podamos caminar para no hundirnos, una buena base donde se apoyen nuestras ideas, un muro de combate donde no nos puedan lastimar, libros y más libros para que no puedan debilitar nuestra conciencia y un escudo para que no puedan atacar nuestra alma.










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