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miércoles, 17 de junio de 2015

Viaje en el tiempo

Por: Cristina Brunetti

Foto Cortesía: samujo.blogspot
Luego de haber hecho una especie de “viaje en el tiempo” durante nueve meses, analizando de manera detallada numerosas ideas que se remontan desde la Edad Media hasta nuestros días, puedo afirmar de manera exacta, circunspecta y escrupulosa que nos encontramos, tal y como decía Mario Briceño Iragorry, ante una sociedad antihistórica, cuya crisis fundamental recae justamente en el propio pueblo, quien parece encontrarse devastado ideológicamente.

¿Qué hacemos con esa crisis?, ¿cómo la superamos?, ¿por dónde empezamos? y ¿cuál es el camino? son algunas de las preguntas que se nos vienen a la cabeza cuando nos damos cuenta del grave mal que padecemos. 

Sin duda después de la experiencia adquirida durante mi viaje, puedo asegurar que debemos empezar por conocernos a nosotros mismos. Para ello es indispensable leer, estudiar e interpretar cada uno de los párrafos que comprende el documento donde se encuentran nuestras bases fundacionales. Me refiero a la partida de nacimiento de Venezuela, mejor conocida como el Acta de la Independencia, cuyo discurso recoge los primeros pasos de la abdicación de las ideas típicamente medievales y da paso a las ideas típicamente modernas.
 
Asimismo considero indispensable una serie de lecturas que ayudarán a responder las preguntas mencionadas con anterioridad y a comprender un poco más nuestra situación actual. La Encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, Utopía de Tomás Moro, La Cabeza de Goliat de Ezequiel Martínez Estrada, Mensaje sin Destino de Mario Briceño Iragorry y Comprensión de Venezuela de Mariano Picón Salas, son algunas de ellas. Quizá resulte un tanto curioso como separatas escritas hace más de cien años nos sean de gran utilidad, pero lo cierto es que parecen estar más vigentes que nunca, pues explican con detalles diversas situaciones que atravesamos hoy día.

Tras profundizar en dichos temas se tendrá una visión más amplia de aspectos que antes se trataban de manera superficial. Se entenderá que es esencial vivir en una sociedad donde haya una relación de complementariedad y no de rivalidad, donde haya coherencia colectiva, donde nuestros sentidos se vuelvan ágiles y sean capaces de percibir más allá de lo externo, y finalmente donde se comprenda que la historia es un insumo permanente e inagotable para el progreso de un pueblo.

A simple vista se puede concluir que la solución está en el pensamiento y que para ello, se necesitan venezolanos voluntariosos, apasionados, con almas jóvenes y llenas de fe que actúen con inteligencia y sensibilidad, y que a través de la cultura, la organización y el entusiasmo logren tomar las riendas de un país que tiene sed de desarrollo.


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