Por: María Elizabeth Méndez
No me resulta difícil recordar el
comienzo. Un comienzo que, en lo personal, fue un tanto entristecedor y casi
humillante. Cierro los ojos y sólo viene a mi mente un profesor y una pregunta:
¿Alguno sabe qué significa la palabra empíreo o la han escuchado alguna vez?.
No nos tomó más que segundos para poder afirmar con rotunda certeza que nuca,
jamás habíamos escuchado de lo que se nos hablaba. Por si quedaba alguna duda,
el profesor se tomó la tarea de ir preguntando personalmente a todos y cada uno
de los que llenábamos las mesas del aula; y todos ratificamos no saber nada del
significado de la palabra empíreo. Sin embargo, y para impresión del profesor, un
alumno levanta la mano y comenta “Yo creo haber escuchado esa palabra en el
Himno Nacional”. Ese fue el inicio de una experiencia llena de aprendizaje y de
ideas. Fue todo un compromiso, tal cuál lo dice la partida de nacimiento de
nuestro país -nuestra Acta de Independencia-, un compromiso como el auténtico juramento,
escrupuloso, circunspecto y exacto.
Sin duda alguna no fue tarea
fácil. ¿Quién dijo que ir por el camino del bien siempre sería fácil y cómodo?.
Tal como su nombre lo dice “Fundamentos del Mundo Moderno”, los fundamentos son
las bases y cimientos que, en este caso dan pie que conozcamos de dónde venimos
para así poder saber hacia dónde nos dirigimos. Haciendo una revisión
exhaustiva y cargada de un ejercicio intelectual, en pro de nuestro beneficio.
Me atrevo a afirmar que los venezolanos en general somos un pueblo que carece
de memoria histórica. Tal como lo definió Briceño Iragorry, somos un pueblo
antihistórico. Alguna de las razones que
influyen a esto, y la que personalmente ha vivido mi generación es
sencillamente porque las tiranías destruyen la coherencia colectiva. Basan su
discurso en las almas viejas, abatidas y derrotadas. Creando un ambiente de
tensión y desacuerdo entre las partes que más bien deben ser complementadas
entre sí.
Sin ir muy lejos el caso de la
encíclica Rerum Novarum del Papa León XII habla precisamente del punto
fundamental o la raíz de lo que para mi es el problema que vivimos todos y cada
uno de los venezolanos. En dicha proclama del Papa León XII se busca dar luces
al pueblo sobre lo perjudicial que puede llegar a ser un gobierno socialista,
habla del acuerdo y de las partes, partes que se complementan y no están hechas
para denigrarse ni para menospreciar a alguna de las mismas. Resulta doloroso
ver cómo si existe la raíz de los problemas con los que acarreamos hoy en día y
simplemente no nos surge atractivo conocer e indagar.
Durante toda la jornada nos
dedicamos a leer entre líneas, a no conformarnos sólo con lo que vemos, sino a
ir más allá. Como por ejemplo Tomás Moro, quien en su obra Utopía se dedicaba a
hablarnos entre líneas de un ideal republicano bajo una perspectiva monárquica.
Más adelante Mario Briceño
Iragorry nos permitió ir revisando la historia de una manera que nos diera
ciertas luces para enfrentar esta crisis de pueblo que venimos viviendo desde
hace años. Nos aporta ciertas ideas antídoto que nos permiten la profilaxis
para defendernos de cualquier elemento que nos turbe la mente. Todo se resume a
ciertas ideas que pueden explicar los problemas de la actualidad. Inicialmente,
la crisis de pueblo en la que hay carencia de densidad y continuidad
espiritual. Luego que somos un pueblo antihistórico (como anteriormente
mencione) y si lo somos porque nos hemos centrado en recordar solo la historia
bélica y se ha olvidado la historia de los civiles. Nos hemos enfocado en
sustituir la historia de los hombres por la liturgia de las efemérides, sin
saber con exactitud el contenido de esas fechas. Por ultimo pero no menos
importante, el predominio del hombre o del nombre sobre sus ideas ya que los
hombres nos extinguimos, nuestras ideas permanecen.
Si algo nos queda claro de toda
la experiencia que vivimos es que el esfuerzo por retomar el país que queremos
no se queda en las meras palabras, en las simples ganas de querer. Tenemos que
actuar con contundencia, tomar un postura basada en las ideas. Resulta curioso
ver como nos basamos en grandes pensadores, escritores y autores que a través
de sus obras nos enseñan que ya ciertas cosas que vivimos ocurrieron en el
pasado y que debemos cargarnos de conocimiento para no cometer los mismos
errores. Suena interesante ver cómo obras y escritos que datan de hace años,
incluso hasta 100 años atrás, puedan ser luces para la actualidad.
He aquí el fruto de este
aprendizaje, el fruto de mucho esfuerzo por conocer y crecer. Hoy escribo mi
discurso final sobre esta maravillosa experiencia que me permitió crecer no
solo como persona sino como ciudadana, como venezolana. Aquí se refleja el
esfuerzo de todos los alumnos y la dedicación y entrega de un profesor. El
empíreo ha sido un increíble experiencia como comunicador, como venezolana y
como joven que tiene unas ansias inmensas de conocer.
No permitamos hablar de
venezolanaje sino de venezolanidad, no confundamos a los impostores que buscan
engañarnos. Y tengamos siempre un inmenso amor a la “matria”.
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