Por: Fabianna Lovera
El autoritarismo se entiende por un sistema fundado en la sumisión incondicional a la autoridad.
El presidente venezolano Nicolás Maduro debilitó aún más los medios independientes, redujo la capacidad de la oposición para ser contrapeso a las políticas gubernamentales y amenazó a grupos de la sociedad civil.
También se manifiesta el término de “autoritarismos competitivos”, regímenes que se caracterizan porque a diferencia de otros autoritarismos, en el autoritarismo competitivo hay elecciones y la oposición compite seriamente por el poder. Pero la competencia no es justa. Las libertades básicas de expresión y de asociación no son plenamente respetadas. Los medios de comunicación son cooptados y hostigados por el gobierno. Lo más resaltante de esta forma de gobernar es el abuso masivo de los recursos del Estado.
En Venezuela lamentablemente se cumplen todas estas premisas, por ejemplo, tenemos presos políticos -en su mayoría dirigentes, estudiantes y militares que hacen oposición-, los medios de comunicación están en gran parte dirigidos por el gobierno y el resto censurados, el derecho a la protestas está disminuido, los estudiantes son duramente atacados por las fuerzas públicas y militares.
Las políticas económicas son tomadas sin tener en cuenta las consecuencias que puedan traer al aparato productivo y comercial del país. No se escuchan las opiniones y sugerencias que ofrecen distinguidos analistas económicos y mucho menos las que ofrecen las diferentes cámaras, asociaciones y sindicatos que sufren directamente el daño que les ocasiona el conjunto de medidas aplicadas por el actual régimen.
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