Por Natalia Torres de Ponte.
Había una vez… Hace exactamente
66 años, en 1949, fue publicada la obra llamada 1984 realizada por George
Orwell, escritor y periodista británico que basaba sus escritos en algunas experiencias
personales y fue reconocido gracias a sus novelas críticas, novelas donde
aparece por primera vez el concepto del “Gran hermano” también conocido como el
dictador, el todo poderoso y omnipotente, algo así como un “Dios”.
Cuando leí la obra hace más o
menos un año, no pude evitar sorprenderme con todo lo que pasaba allí, una
completa utopía inversa más conocida como distopía, un lugar donde imperan las
anomalías, donde existen sitios horribles e indeseables, donde el totalitarismo
es el sistema político y descubres la existencia de un crimental, es decir, pensar
distinto al régimen puede conducirte a sufrir graves consecuencias.
En 1984 pude apreciar otras
características que me asombraron tanto cuanto las mencionadas en el párrafo anterior,
como que el dictador vigila todo lo que hacen los individuos o mejor los súbditos,
los libros están prohibidos porque tienen el poder de abrir las mentes, el Estado
siempre tiene un enemigo, cambian el pasado según su conveniencia, hay una
ilusión de crecimiento material y el que me pareció brutal fue que manipulan la
realidad para que todo se vea “perfecto”, “lindo” y “maravilloso”.
Ahora, hagamos este ejercicio, ¿A
ti te parece conocida esas características?, ¿Venezuela podría ser la
protagonista de un nuevo 1984? No te gustará la respuesta, pero para mí sí
estamos en ese horrible camino de la distopía. Aquí en Venezuela de la nada aparece
una nueva provincia en el acta de independencia y se convierte en la octava
estrella de la bandera, por ejemplo. Pensemos en los medios de comunicación,
todos son del Estado y no hay una completa libertad de expresión, en televisión
y en medios impresos no podemos decir que existe escasez de alimentos, tampoco
que hay inseguridad, es decir, manipulan la realidad para que el pueblo piense
que estamos en el país de las maravillas y no pasa NADA.
También es necesario reprimir a
los que piensan distinto, como por ejemplo, en la última semana se llevó a cabo
la detención del Alcalde Ledezma sin razón aparente para ello, lo mismo pasó
con los estudiantes que fueron a protestar. El miedo y la represión ideológica
son técnicas usadas siempre por el tirano, igual que fomentar el odio entre los
individuos y definitivamente no podemos negar que aquí en Venezuela hay odio y
resentimiento entre las clases sociales. Por eso hay que abrir bien los ojos,
no podemos ignorar estos hechos y aceptar que esta situación debe seguir con un
gobierno que autoriza el uso de armas letales en protestas y hace legal un
mercado negro, falta solo que autoricen la existencia de buhoneros perjudicando
a los verdaderos comerciantes.
Sí, tristemente aquí tenemos a un
país que puede ser el nuevo protagonista de 1984 de Orwell que 66 años después
aún sigue vigente. Mi único deseo es que a diferencia de la novela, nuestro
amor por Venezuela jamás sea sustituido por el amor hacia el “Gran hermano”.
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