Por:
María Gabriela Rodríguez Ivanac
“Qué orgullo ser gocho,
ojalá todos fuéramos gochos y defendiéramos la norma, la familia, las
costumbres y al país como lo hacen ellos”, afirmó el comediante Luis Chataing,
el pasado 26 de febrero del presente año, durante la alocución de su programa
radial, De Nuevo en la Mañana,
transmitido a través de La Mega Estación.
El término gocho, asociado a los tachirenses, y actualmente a los andinos, se
origina con la Revolución Restauradora, momento en el cual emergen los andinos
en la vida política del país y comienza su período de dominación casi
ininterrumpida por más de cinco décadas. Ningún grupo había podido hasta 1899,
unificar y poner orden en el país después de la Independencia de Venezuela en
1821 y la separación de la Gran Colombia en 1830.
Aparece entonces en la
palestra pública Cipriano Castro, un andino a quien se le atribuye propiamente el
término despectivo “gocho”, haciendo referencia a los personajes andinos que
aglutinaban el poder político de la época. Entre estos personajes, más adelante, se destacaron personajes como Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. El término fue comúnmente peyorativo
e insultante. A pesar de esto, posteriormente, la denominación de El Gocho fue utilizada de forma masiva, como slogan en
la última campaña electoral del presidente, Carlos Andrés Pérez en el año 1988, El Gocho pal 88.
Para el momento, se había usado la expresión en forma más abierta y
generalizada restándole la implicación negativa. En manos de los andinos, estuvo la dictadura y la democracia de Venezuela.
Los gochos permanecen en el escenario político nacional. El pasado año y en
distintas ocasiones a lo largo de la historia de Venezuela, el pueblo
tachirense se ha lanzado a las calles a manifestar su descontento ante
atropellos hacia el pueblo venezolano. Recientemente los estudiantes de la
Universidad Católica del Táchira (UCAT) iniciaron una serie de protestas con la
finalidad de crear conciencia ante la situación política, económica y social
que vive el país, resguardándose en la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, según reseña el diario Últimas Noticias. Pero esta no es la
primera vez que el pueblo del Táchira, y ampliamente el andino, alza su voz
ante lo que cree equivocado. El periodista Luis Chataing, afirmó en su programa
que, “es impresionante como el tachirense hace respetar lo que considera
incorrecto. Los principios de los tachirenses son innegociables. Son personas
que se niegan, en su educación, a que se les atropelle. Son personas que están
de pie negadas a que se irrespeten las leyes y se maltrate el pueblo”.
Y es que a lo largo de
la historia, los tachirenses no solo han defendido a Venezuela a través de
manifestaciones o rebeliones civiles, sino también a través de reconocidas
plumas. Grandes pensadores venezolanos han criticado la pérdida de valores y de
identidad venezolana, tratando de rescatar el acervo y costumbres de la nación,
y muchos de ellos han sido gochos. Por nombrar unos pocos, podemos encontrar a
Mariano Picón Salas y a Mario Briceño Iragorry. Este último, en su publicación Mensajes Sin Destino, plasma la crisis
de pueblo por la que transitaba Venezuela en el momento de ser escrita (1951),
y la carencia de identidad nacional de la que padecían los ciudadanos.
Actualmente, tal escrito posee máxima vigencia y son muchos los pasajes que sin
querer, evocan la situación actual, como si se estuviera narrando. “Creemos que
aún falta por escribirse, no los anales de los patricios y de los guerreros, no
la época de los jefes insignes y de los subalternos que corrían como perros cerca
de las botas de los jefes: sino la historia de los hombres”, la historia de un
pueblo que se transforme en gocho y defienda los valores históricos de su
nación, que comprenda su pasado nacional, que deje de sustituir fracaso por
fracaso y que aparte el infecundo conformismo de quienes creen que ya todo está
hecho por los antepasados. En fin, tal y como lo plasma Iragorry en su libro,
“nunca como al presente necesitó nuestro país de una atención mayor en el
examen de sus problemas de pueblo, porque nunca como ahora se hizo tan notoria
la crisis de sus valores sustantivos (…) Hoy en Venezuela, desgraciadamente,
hay, sobre todas las crisis, una crisis de pueblo”.
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