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viernes, 19 de diciembre de 2014

"Una mentalidad de abundancia"





Por Natalia Torres de Ponte

En el crecimiento intelectual de cada individuo, existe un proceso muy importante que es la creación del propio discurso y la defensa de las propias ideas usando argumentos lógicos. Para la formación de dicho discurso el mejor recurso es la ampliación del vocabulario, que se consigue de manera simple, leyendo, observando y conociéndose a sí mismo y lo que le rodea. En ese proceso de investigación siempre hay algo que “Boom” despierta nuestra atención y nos hace empezar.

Hace poco en ese ejercicio de investigar, me encontré con una palabra que para mí hasta entonces era desconocida, esta es “PRODIGALIDAD” y es sobre ella que deseo hablar en este escrito.

Según la Real Academia española, se entiende por prodigalidad: profusión, desperdicio, consumo de la propia hacienda, gastando excesivamente. Abundancia o multitud. Cuando realmente entendí el significado de la palabra prodigalidad, me di cuenta que estuve conviviendo con ella toda mi vida. Sí, digo toda mi vida, porque aquí en Venezuela poseemos una mentalidad de excesos y abundancia.

Esto no empezó ahora, esta “cultura de excesos” viene desde tiempos atrás y es muy distinta a países de Europa por ejemplo. Mientras que otros países tienen una mentalidad austera, es decir, de restricción, nosotros gastamos lo que tenemos y lo que no, existen personas que gastan 1/3 de sus sueldos en licor, vamos al mercado y hacemos una compra que nos dura un mes completo, tenemos el celular del último modelo pero al salir uno nuevo vamos y lo compramos.

Entre otros ejemplos, está el que Venezuela por ser un país petrolero tiene el precio de su gasolina menor que el de una botella de agua y por eso la gasta sin problemas, diferente de otros lugares en los cuales la gasolina es carísima y hay que ahorrar. ¿Y eso por qué? Porque tenemos una idea de prodigalidad, de gastar excesivamente hasta cuando no es necesario y esta no es una mentalidad de clases sociales A y B, no, las clases C y D muchas veces prefieren comprarse un celular nuevo que tener algo bueno de comer en sus hogares. Es algo natural de nosotros.

Al ver esos casos, notamos que es una cuestión de prioridad de cada quién y de la educación que recibió en su casa, igual que las clases C y D que muchas veces hacen gastos superficiales para ser mejor vistos en la sociedad.

Una manera fácil de ver esa mentalidad, es el siguiente ejemplo: las colas que se hacen en las tiendas Daka para comprar electrónicos, bien sea televisión, celulares, neveras, etc. ¿De verdad esa gente no posee una nevera o tv en su casa? ¿La necesita en serio? No, la verdad es que no la necesita pero la idea de comprar y sacar ventaja, le da fuerza a la gente para ir hacer cola y gastar. Los precios cada vez suben más y de igual forma las colas para comprar.

Ojo, tener esa mentalidad de abundancia y excesos, no es mala como un todo. Es parte de nuestra cultura, nos gusta tener lo mejor y vivir bien. El cuidado que hay que tener es que los recursos son escasos y hay que saber cambiar nuestras prioridades, saber si realmente esto que estoy gastando es necesario o solo un capricho del momento.

De todo esto, la conclusión que logro sacar es que la palabra prodigalidad siempre estuvo rondándome, en nuestra cultura. Y que aunque tratemos, la austeridad no es parte de nosotros.  

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