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martes, 2 de diciembre de 2014

No Todo Son Letras










Las mejores ideas han sido escritas
En una servilleta de papel,
Y los mejores negocios han sido cerrados
Frente a una tasa de café.








Sangre sudor y lágrimas nos cuesta superar ese par de semanas que llamamos “época de parciales”. Decenas de separatas, cientos de páginas, miles de letras es en lo que pensamos cada vez que se acercan “los parciales”. Pero ¿implica esto solo el aprenderse una infinidad de letras, ver un sin número de vídeos, y escribir un montón de ensayos?

Caso curioso, les cuento que un par de meses atrás entró un profesor a quien por primera vez, mi curso y yo, le veíamos la cara. Nuestra primera impresión fue la de un tipo seco, cortante en su forma de hablar,excesivamente correcto y estricto en cuanto a horarios se refiere, y por supuesto; todos nos hicimos una idea de la dificultad a la que nos enfrentaríamos en esta cátedra ya bien adentrado el año.

Al poco tiempo nos sentimos abrumados, las guías se transformaron en separatas los autores, dejaron de ser “un tipo ahí de hace un poco de años” a convertirse en nombres como el Papa León XIII, Tomás Moro, Mario Briceño Iragorry; y tantos otros mencionados y leídos durante apenas 3 meses de clases. Las clases dejaron de ser una clase magistral y pasaron a ser debates de extrema exigencia mental.

Cierto día, el profesor nos invitó a un lugar en el municipio Chacao, luego de una clase en la que asistió un invitado, todos extrañados al escuchar que la proposición era en horario nocturno, pues fuimos convocados a las 8:30 p.m. Pasado el primer momento en el que todos nos encontrábamos un poco tensos pues pocos habíamos tenido alguna experiencia lúdica con un profesor, nos relajamos y al poco tiempo y con ayuda de algunas bebidas espirituosas, comenzaron a surgir interesantísimos temas de conversación y sus respectivas conclusiones, y en varios casos, de cosas que habían sido tratadas previamente en las clases.

Lo que pocos se dieron cuenta ese día, es que esa fue la clase más espectacular de la que habían formado parte, allí no solo interactuamos entre nosotros en un ambiente diferente y nos integramos como grupo, sino que aprendimos que en la vida no todo puede ser academia, ni tampoco todo puede girar en torno a actividades lúdicas; ese día nos dimos cuenta que debemos encontrar un equilibrio entre ambas, pues depender de una sola, cual quiera que sea, hace que tengamos una vida poco provechosa, que no disfrutemos de muchos placeres de la vida, ni obtengamos grandes conocimientos de quienes han sido mentes privilegiadas a lo largo de la historia.
Logrando este equilibrio entre lo intelectual y lo fatuo, tendremos el suficiente conocimiento, y estaremos lo suficientemente relajados, para dejar fluir todas esas ideas y lograr escribir esa gran idea en una servilleta.



Por Luis Genis

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