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martes, 2 de diciembre de 2014

La República del Este, ¿Contracultura o intelectualidad?

Por: Luisana Díaz Luporsi





En Caracas, más o menos por los setenta y ochenta, existió una especie de proyecto de resistencia cultural llamado La República del Este,  fue creado por los integrantes del Techo de la Ballena (colectivo cultural de los 50 de tono anárquico y que utilizaba la provocación como herramienta). El gobierno de Rómulo Betancourt fue quien dio pie a estos intelectuales para que empezaran a crear movimientos contraculturales, en respuesta a la no aceptación de sus políticas. La República estuvo conformada por Caupolicán Ovalles, Adriano González León, Mary Ferrero, El Chino Valera Mora, El poeta Daza, Pablo Antillano, Edmundo Aray, Juan Calzadilla, Francisco Pérez Perdomo, Miyó Vestrini, Carlos Rebolledo, Perán Erminy, Tulio Monsalve, Julio Blasini, Rubén Osorio, Miguel Otero Silva, entre otros. Al final, cualquier persona era bienvenida y su variedad de participantes muy espontánea.

Este grupo se reunía en Sabana Grande, antes de convertirse en un “Boulevard” lleno de comercios y por donde solo se puede andar “a pie”, frecuentaban lugares como el Chicken Bar, el Gran Café, la librería Suma, El Molino, El Lagar, Urrutia y otros sitios más. Básicamente se dedicaban a beber y tertuliar, en tono intelectual y filosófico, todas las noches.

Como dato fundamental hay que entender a qué hace referencia el nombre de República del Este, pues se hacían llamar República por tener su propia división de poderes, así que tampoco es que eran unos anarquistas, había algunos políticos pero la mayoría eran artistas, escritores y bohemios. Y del Este, porque se ubicaba en Sabana Grande, al este del palacio de Miraflores.

Hasta ahora, nadie se ha puesto a evaluar la trascendencia y el alcance de La República del Este en la cultura nacional, capaz tiene que ver con la incorrección política del movimiento. Sin embargo, La República del Este marcó la época y tuvo consecuencias para bien y para mal, sobre el desarrollo estético y ético de las generaciones posteriores, de la izquierda sobre todo. Y aunque no dejara mucho para las masas, es decir en pro de ellas, si representa un poco, aunque sea un poquito, de la cultura histórica caraqueña.

La República del Este constituyó una de las partes de esa población venezolana que pensaba y piensa distinto a sus gobiernos y maneras de actuar; grupos que encontraban refugio y gozo ante la crisis que enfrentaba el país. Refugio puesto que estos lugares que frecuentaban les permitía debatir cualquier tipo de ideas y opiniones sin que fuera un asunto tan polémico o agresivo; había mucha tensión entre las masas y allí existía la plena libertad de expresión de las personas, además también porque podían quedarse allí, y en esto entra lo del gozo, bebiendo toda la caña que amigos, como Domingo Mariani, Valles, Rubén Osorio, u otros, les pudiera patrocinar. Eran las maneras de una sociedad de divertirse mientras atravesaba una aparente “democracia representativa” o “partidocracia”. Y al mismo tiempo combinando lo intelectual con lo lúdico, porque eso de caerse a palos toda la noche no era una cuestión muy regia que digamos. Eran gentes que hablaban de cualquier cosa, cualquier tema era bienvenido, hasta algunos compartían sus problemas personales y los demás les daban consejos,  algo así como un diván colectivo. También era parte del asunto buscarle la vuelta a todo, reírse y poder hablar de las cosas a pesar de lo negativas y/o perjudiciales que fueran; algo bastante típico de la cultura del venezolano.

Para ejemplificar un poco la cuestión, leemos a Federico Pacanins en su libro Tropicalia Caraqueña, citando textualmente a Rubén Osorio en uno de los encuentros de La República en “El Maní es Así”, diciendo: “Hemos dicho que esta también es la tarde de los espontáneos, porque aquí estamos sencillamente para eso, para conversar, para discursear, y más si tenemos un espontáneo de excepción como es Caupolicán Ovalles”.

De esta manera la República promovía la formulación y expresión de pensamientos e intelectualidad, la necesidad de conocimiento, critica y debate que siempre le ha hecho falta a la idiosincrasia venezolana en su historia.

En este ensayo, articulo o como lo quieran llamar, concebimos algunas de las partes positivas y tal vez negativas de la existencia de la República del Este pero sin dejar de un lado lo objetivo. Sabemos que la República del Este nunca pasará de algo más allá que unas cuantas anécdotas, pero eso no nos quita la libertad de generar reflexiones u opiniones a partir de los hechos de aquella época.

Fomentar el intelectualismo, la educación,  las ganas de aprender, el uso de los medios de comunicación tradicionales son de las cosas en las que el venezolano se tiene que enfocar pero claro, incorporando también la parte de entretenimiento, en este país esta es una parte fundamental, ya que en medio de tanta crisis, mientras más leemos y más conscientes somos, más deprimidos y estresados tendemos a convertirnos, entonces, no podemos encapsularnos en un solo, digamos, método para salir adelante o superarnos. Pero yo no he escrito esto para traerles soluciones o tener la última palabra sobre La República del Este, son simplemente reflexiones sobre conocimientos adquiridos recientemente.






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