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viernes, 31 de octubre de 2014

Hotel vs. Hogar

Por: María Milagros León


Querido amigo venezolano,
Hoy te escribo esta carta para contarte ciertos asuntos que me acongojan y me quitan el sueño, pues no he podido dejar de pensar en ellos.
Cada año veo como seis, siete y hasta ocho amigos cercanos, se van de Venezuela. Migran a Chile, Estados Unidos, Irlanda, Panamá, España entre otros países en los que, como dice la mayoría de estos emigrantes, “hay un mejor futuro”.
Todos los días veo como alguien se queja de este país llenándose de odio por todo lo que le rodea. “¡Este país se lo llevó quien lo trajo!”, “en Estados Unidos las calles están mucho más limpias”.

Venezuela es un país con múltiples costumbres las cuales nos identifican y forman nuestra cultura, como nuestras gaitas navideñas con ese toque venezolano; el reconocido joropo con su contrapunteo y su canto recio llanero; nuestra Chinita, la Coromoto y la Divina Pastora. Junto a estos elementos culturales, tenemos al imponente Cerro el Ávila que cada mañana nos da los buenos días desde cualquier mirador, junto al majestuoso Araguaney y el tierno Turpial, los cuales nos identifican y enorgullecen. A pesar de todo esto, este pequeño territorio que en algún momento llegó a ser el país más avanzado de América Latina ha perdido su “calor de hogar” y con él, a su gente. ¿Te has puesto a pensar la razón de esto? ¿Por qué la gente huye de un país tan rico como Venezuela? ¿Por qué preferir una tierra desconocida a nuestra tierra de origen? ¿Por qué despreciar un hogar?

En los últimos 15 años, el gobierno de Hugo Chávez, ex presidente de Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro, actual presidente de ella, han cambiado ciertas cosas en el país que, por muy pequeñas que parezcan a algunos, considero que en ellas encontraremos las respuestas a las preguntas anteriores. Con un discurso de una supuesta “revolución”, ambos gobiernos cambiaron nuestra Identidad Nacional, pisoteando una y otra vez el Acta de Independencia de Venezuela – con 203 años de vigencia – al agregarle una estrella más a nuestra bandera y al cambiar nuestro escudo sin una explicación coherente.

Asimismo, nuestra historia fue cambiada al morir Hugo Chávez, tornando la versión oficial de todos los hechos como una narración de realismo mágico la cual dejó al expresidente como un “líder supremo”. A tal punto de agregar la firma del difunto a una copia del Acta de Independencia, junto a las firmas de los padres fundadores. La justificación a esto, dicha por Alejandro López, director del Museo de la Casa de las Primeras Letras Simón Rodríguez donde esta expuesta la copia alterada, fue: “Es un homenaje a un hombre que luchó por la Independencia de Venezuela y merece como cualquier otro venezolano tener su firma allí”.

A pesar de todo esto, han logrado que aceptemos o que nos parezcan irrelevantes estos cambios que violan nuestros principios y nos faltan al respeto una y otra vez como venezolanos. Recordemos que en el Acta, estamos retratados todos. Si uno no se identifica con ella, no podrá entenderse a sí mismo ni la actualidad.

Por esta razón hoy el venezolano prefiere huir y aceptar el revisionismo histórico impuesto por el Gobierno. Lograron hacernos sentir unos huéspedes en nuestro propio hogar, puesto que nos arrebataron el sentido de pertenencia. No importa cuan maravillosa sea Venezuela, no importa el hecho de que sea “un hogar”, preferimos irnos de ella porque se siente que ya no es nuestra y a cambio de esto, vivir para siempre como un “huésped” en otro país, donde no estén los ojos del “Big Brother” asechándote en cada esquina.

Ahora bien, quizás aún no hayas encontrado alguna razón por la cual seguir leyendo esta carta. Todo este asunto que te escribo es para pedirte que no te vayas y que te necesito para recuperar nuestro hogar. Detrás de todos estos problemas y de esos cambios superficiales, sigue estando el Turpial, el joropo, las gaitas y el Ávila. Sigue estando Venezuela. Quédate conmigo y asumamos el compromiso de “proteger nuestra persona, nuestros honores al ser ciudadanos”. No desprecies el lugar de donde vienes y respeta tus principios, puesto que antes de querer a alguien más, debes querer a tu patria, tu origen.

No aceptes ser un huésped en nuestro país o en otro, aférrate a tu hogar y aprende de él. Recuerda que no le pertenece a una sola persona, nos pertenece a todos. Y todos debemos - y podemos - contribuir con su mejora. No te rindas tan fácil y recuperemos lo que nos han quitado. Rescatemos el respeto y la ciudadanía del profundo y negro pozo donde los han botado.  Leamos juntos el Acta de Independencia de 1811, la original, para volver a nuestras raíces y conocer nuestra verdad, la que no para de brillar.

No hay mejor lugar como el hogar.

Quédate conmigo.

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