“AQUEL QUE NO CONOCE LA HISTORIA, ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA”. Napoleón Bonaparte.
Por: María Gabriela Rodriguez Ivanac
Aquellos que no conocen sus raíces, están predeterminados a cometer los mismos errores que sus antepasados. Latinoamérica principalmente, por ser un continente tan joven, necesita de ciudadanos que seamos críticos y que reflexionemos sobre su historia y su situación actual, para saber qué nos ha llevado a estar en este punto y así poder cambiar nuestro futuro. En Venezuela todos sabemos que el 5 de julio se celebra la Declaración de Independencia de Venezuela, y que días más tarde se llevó a cabo la firma del Acta. Pero eso es todo, la gran mayoría de los venezolanos no sabe nada más. Si no conocemos nuestra historia, ¿qué podemos esperar de nuestro futuro?
Quien no conoce su historia, hipoteca su futuro y es vulnerable a ser manipulado. Lo que hoy se vive en Venezuela es un fiel ejemplo del revisionismo histórico. Nuestros símbolos patrios han sido condenados, por el capricho de un mandatario y por la ignorancia de un pueblo que nunca ha comprendido el valor de esos símbolos. Los estados están conformados por tres elementos que son: el territorio, la población y la tradición, y los símbolos patrios forman parte fundamental de la tradición de un estado.
Si conociéramos por encima, el Acta de Declaración de Independencia de Venezuela, sería fácil comprender que se dio para liberar al pueblo venezolano del yugo español, de la calidad de esclavo. Nuestra Acta plasma que cualquier gobernante que entregue a su pueblo en calidad de esclavo, será inhábil para gobernar. Calidad de esclavo no significa solo estar encadenado y ser el sirviente de algún español, significa también trabajar para otro país y no para el bienestar propio, teniendo que vivir para subsanar las deudas que un gobernante adquirió, hipotecando a su país.
En nuestra Acta se plasma el triunfo de la libertad sobre el despotismo, pero hoy en día parecemos haberlo olvidado. Nuestro propio himno nacional dice: “y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”, pues es una forma de recordar el hecho histórico de que fueron los caraqueños los primeros venezolanos en lanzar el grito de Independencia. En el Acta de Independencia, y en el trasfondo de los símbolos que nos dan identidad como nación, hay un sinfín de bases y fundamentos que tienen una importancia directa en la vida de cada ciudadano de este país. En ese documento y en nuestro propio país, hay fundamentos tomados de la modernidad, que hoy tienen máxima vigencia. Todo esto forma parte del acervo de una nación, de sus costumbres y de sus orígenes. Forma parte de la conciencia de quiénes éramos y qué pasó, para comprender quiénes somos y qué pasa.
Abarcando un poco más que nuestra historia, la encíclica Rerum Novarum, escrita por el Sumo Pontífice León XIII en 1891, plantea una disputa entre la clase obrera y los ricos, entre los que trabajan y los que tienen el capital. La relación entre las clases sociales debería ser de complementariedad, no de rivalidad, pues esta última solo beneficia a los hombres turbulentos y astutos, que normalmente son quienes lideran, generando odio entre las clases. Con solo darle un vistazo al planteamiento, es fácil afirmar que esto es un vivo ejemplo de lo que hoy vive Venezuela, pues se encuentra dividida y llena de resentimiento producto de unos mandatarios que sí parecen conocer la historia y la han usado a su favor. Lo que pasa en Venezuela no es nuevo y la historia se ha encargado de demostrarlo. Sería correcto entonces afirmar, que el que no conoce su historia, se auto condena a repetirla Si conociéramos la historia, comprenderíamos que muchas cosas que pasan en el presente, vienen del inicio del Mundo Moderno, y que conocerlas nos podría permitir anticipar lo que puede ocurrir. Un profesor me afirmó una vez: “Venezuela y Latinoamérica siempre están pariendo futuro”, y es precisamente por el hecho de no echar un vistazo hacia atrás y comprender que desde un principio hemos querido comenzar desde cero, eliminando nuestro pasado.
Foto: Juan Andrés Parra
Aquellos que no conocen sus raíces, están predeterminados a cometer los mismos errores que sus antepasados. Latinoamérica principalmente, por ser un continente tan joven, necesita de ciudadanos que seamos críticos y que reflexionemos sobre su historia y su situación actual, para saber qué nos ha llevado a estar en este punto y así poder cambiar nuestro futuro. En Venezuela todos sabemos que el 5 de julio se celebra la Declaración de Independencia de Venezuela, y que días más tarde se llevó a cabo la firma del Acta. Pero eso es todo, la gran mayoría de los venezolanos no sabe nada más. Si no conocemos nuestra historia, ¿qué podemos esperar de nuestro futuro?
Quien no conoce su historia, hipoteca su futuro y es vulnerable a ser manipulado. Lo que hoy se vive en Venezuela es un fiel ejemplo del revisionismo histórico. Nuestros símbolos patrios han sido condenados, por el capricho de un mandatario y por la ignorancia de un pueblo que nunca ha comprendido el valor de esos símbolos. Los estados están conformados por tres elementos que son: el territorio, la población y la tradición, y los símbolos patrios forman parte fundamental de la tradición de un estado.
Si conociéramos por encima, el Acta de Declaración de Independencia de Venezuela, sería fácil comprender que se dio para liberar al pueblo venezolano del yugo español, de la calidad de esclavo. Nuestra Acta plasma que cualquier gobernante que entregue a su pueblo en calidad de esclavo, será inhábil para gobernar. Calidad de esclavo no significa solo estar encadenado y ser el sirviente de algún español, significa también trabajar para otro país y no para el bienestar propio, teniendo que vivir para subsanar las deudas que un gobernante adquirió, hipotecando a su país.
En nuestra Acta se plasma el triunfo de la libertad sobre el despotismo, pero hoy en día parecemos haberlo olvidado. Nuestro propio himno nacional dice: “y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”, pues es una forma de recordar el hecho histórico de que fueron los caraqueños los primeros venezolanos en lanzar el grito de Independencia. En el Acta de Independencia, y en el trasfondo de los símbolos que nos dan identidad como nación, hay un sinfín de bases y fundamentos que tienen una importancia directa en la vida de cada ciudadano de este país. En ese documento y en nuestro propio país, hay fundamentos tomados de la modernidad, que hoy tienen máxima vigencia. Todo esto forma parte del acervo de una nación, de sus costumbres y de sus orígenes. Forma parte de la conciencia de quiénes éramos y qué pasó, para comprender quiénes somos y qué pasa.
Abarcando un poco más que nuestra historia, la encíclica Rerum Novarum, escrita por el Sumo Pontífice León XIII en 1891, plantea una disputa entre la clase obrera y los ricos, entre los que trabajan y los que tienen el capital. La relación entre las clases sociales debería ser de complementariedad, no de rivalidad, pues esta última solo beneficia a los hombres turbulentos y astutos, que normalmente son quienes lideran, generando odio entre las clases. Con solo darle un vistazo al planteamiento, es fácil afirmar que esto es un vivo ejemplo de lo que hoy vive Venezuela, pues se encuentra dividida y llena de resentimiento producto de unos mandatarios que sí parecen conocer la historia y la han usado a su favor. Lo que pasa en Venezuela no es nuevo y la historia se ha encargado de demostrarlo. Sería correcto entonces afirmar, que el que no conoce su historia, se auto condena a repetirla Si conociéramos la historia, comprenderíamos que muchas cosas que pasan en el presente, vienen del inicio del Mundo Moderno, y que conocerlas nos podría permitir anticipar lo que puede ocurrir. Un profesor me afirmó una vez: “Venezuela y Latinoamérica siempre están pariendo futuro”, y es precisamente por el hecho de no echar un vistazo hacia atrás y comprender que desde un principio hemos querido comenzar desde cero, eliminando nuestro pasado.
Foto: Juan Andrés Parra
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